Se trata de Elmhurst Dairy, una de las mayores empresas de la industria láctea de New York, que dejó de producir leche de vaca para dedicarse a fabricar leches vegetales luego de 90 años de actividad.
La decisión de Elmhurst Dairy sin duda sienta precedente en la industria alimenticia y responde a la demanda de los consumidores de alternativas vegetales y la necesidad de contar con opciones nutricionales que eviten el sufrimiento animal. La decisión marca el principio de una reconversión industrial que ya ha comenzado en distintas partes del mundo.
De acuero con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés), 1 de cada 6 vacas en EE.UU. sufre de mastitis (una inflamación de la glándula mamaria que provoca cambios en la composición bioquímica de la leche y en el tejido de la glándula). Esta alarmante estadística se ve reflejada en la cantidad de células infectadas en la leche pero la industria láctea le resta importancia y se refugia en el proceso de pasteurización.
Además, se ha encontrado en la leche de vaca un escandaloso cóctel de hormonas que incluye progesterona, estrogeno, cortisona y otros esteroides, leptican, oxitocina, prolactina, entre otras. Desde un punto de vista biológico, tiene sentido ya que la leche producida por las vacas está destinada a alimentar a los terneros y no a los humanos.
En Argentina, el sector lácteo también está en crisis. El estancamiento de la economía y la producción se suman al descenso de la demanda como consecuencia del cambio de conciencia de la sociedad respecto a la explotación animal. Basta con ver los casos de las empresas Sancor y La Serenísima ya han anunciado el cierre de plantas en el país.
Frente a esta inminente crisis de la industria láctea, sería importante para las empresas prestar atención a las alternativas vegetales y otras formas de producción sustentables y amigables con el medioambiente.