El periodista y conductor de radio, más conocido en las redes como @sommelierdecafe, supo convertir su pasión por la milenaria bebida negra en una ocupación paralela que lo tiene evangelizando al mundo sobre los beneficios del buen café.
Entre sus múltiples ocupaciones (escribe para Le Monde Diplomatique, El Planeta Urbano, La Nación revista, Brando y su propio blog y conduce dos programadas en radio Metro: Su atención por favor y Brunch), escribió un libro fundamental para conocer la historia del café.
SalPimenta conversó en exclusiva con este personaje multifacético y esto nos dijo.
¿Cuándo descubriste que el café era tu pasión?
Me gustaría decir algo más romántico y aventurero, que fue por haber viajado a Kenia o algo del estilo, pero la realidad es que descubrí mi pasión cafetera en la redacción de un diario donde trabajé muchos años de mi vida. Allí, la excursión a la máquina de café del pasillo era un paseo obligado para todas las tardes de cierre. Así que digamos que junto a mi vocación de ser periodista de diario despuntó también mi pasión por el café; para mí, el acto de leer y escribir está íntimamente relacionado con tomar café.
¿Cuál fue tu primer acercamiento profesional con el café?
Hice un curso breve sobre café en la escuela de sommelier hace 10 años y después fue todo bastante autodidacta hasta que pude hacer un curso en Suiza y conocer a alguno de los sommeliers más importantes del mundo. Ellos me instruyeron en la codificación y análisis del café, así que digamos que estuve formado más que nada por mi vocación y cada vez que pude hacer un curso o un viaje lo aproveché al máximo.
¿Cómo fue la experiencia de realización de Café: de Etiopía a Starbucks, la historia secreta de la bebida más amada y odiada del mundo, el libro que editaste junto a Planeta el año pasado?
Hacer el libro fue lo más lindo. Lo más arduo fue el trabajo de investigación, pensá que es un libro de historia de 400 páginas, que cuenta los últimos 1200 años de la humanidad. Partiendo de esa base, la investigación fue mucho más exhaustiva de lo que era mi saber cafetero. La investigación habla justamente de períodos de la historia muy determinados; pasando desde las conquistas comerciales de los turcos a principios de la Edad Media hasta la Revolución Industrial, el libro está plagado de anécdotas e historias curiosas. De algún modo, el objetivo era que el lector se llevara como souvenir esas anécdotas y las pudiera contar como suyas en un asado para hacerse el canchero con los amigos.
¿Por qué tiene tanta mala prensa el café?
Creo que la mala prensa se remonta a los inicios del café en occidente. Cuando el comercio lo manejaban los turcos y el café llegó a Europa se la llamaba “la bebida del diablo”, porque venía de Medio Oriente, de territorios no cristianos y para coronar, era oscuro y caliente. Ahí podríamos decir que empieza la campaña de mala prensa. Después hubo muchas otras. Por ejemplo, las que fogonearon las empresas de gaseosa cola, grandes competidoras del café. Y así hasta nuestros días, donde esas noticias atemorizantes que buscan asustar sobre el consumo se condicen con las que dicen que no; en el medio estará la verdad.
¿Cuál es el secreto de un buen café?
Hay muchos. Tiene que ver con el sistema que uno utiliza para prepararlo, el tipo de cafetera que se utilice, etc. Pero más que nada, diría que el secreto es metafísico y tiene que ver con el cariño que uno le ponga a la taza. El truco más importante es el que considera al café como el lujo de lo posible; el lujo que nos damos de hacer un remanso, un pequeño oasis de 15 minutos en el día para tomar un café y mientras tanto hacer lo que más nos gusta: pensar, leer o escribir.
¿Qué opinás del café instantáneo?
Y… para nadie que valore la experiencia sensorial y placentera de tomar un café, nada que se presente instantáneo y sea tan industrializado puede ser gratificante. Es comparable con esa comida en cápsulas que le daban a los astronautas. Yo lo dejaría ir.
Starbucks, ¿sí o no?
Sí, creo que provoca varias cosas positivas: logró interesar a consumidores jóvenes que antes no tomaban café y que han reemplazado helados y hamburguesas por frapuccinos. Y por otro lado, lleva a los barrios la noción del café de origen. Cualquiera puede comprar para llevar a su casa café de Etiopia o Guatemala y eso antes era muy difícil de encontrar.
Sos periodista gráfico, conductor de radio y sommelier de café, ¿si solo pudieras ocuparte de una de tus actividades, de cuál sería y por qué?
Me dedicaría a escribir… acompañado de un café, sino creo que la experiencia no estaría completa.
¿Cuál fue tu mejor experiencia viajera relacionada con el café?
Tuve la suerte de haber probado, en algún viaje al Caribe, el Jamaica Blue Mountain que es presuntamente el mejor café del mundo. O por ejemplo, de haber estado tomando un café en la Plaza Roja de Moscú frente al mausoleo de Lenin, acompañado por un tiramisú con vainillas. Siempre que tengo la suerte de viajar trato de que eso se vincule con alguna experiencia cafetera placentera. Es algo ubicuo. En todo el mundo me pueden servir un café. Me gusta buscar la pista cafetera en todos los lugares donde voy de viaje.
¿Cuántos cafés tomás por día?
Por lo general varía, pero se mantiene en la cifra de 10. Algunos días pueden ser menos, otros pueden ser más. Pero un buen promedio para declararme un drogadicto de la cafeína es el de 10 cafés. Evidentemente, el cuerpo desarrolla la adaptación a la cafeína. Por suerte no tengo problemas de sueño.
100% Artusi
Trago favorito: “Mi bebida es el whisky”.
Un bar: “Nicky Harrison, el exclusivo speakeasy de Palermo”.
Un restaurant: “El del Museo Evita, sobre todo por el patio y su menú nacional y popular”.
Un Brunch: “El que hago yo en Radio Metro, los domingos de 11 a 13”.
Un libro: “Lolita, de Vladimir Nabokov”.
Una película: “Vértigo, de Alfred Hitchcok”.
Un lugar en el mundo: “La calle 29 y la 5ta Avenida en Nueva York; una cafetería que se llama NoMad”.