Se trata de una de las nuevas promesas del mapa vitivinícola argentino; con suelos arenosos, clima templado y una altura promedio de 1500 metros sobre el nivel del mar, los vinos de Catamarca demuestran año tras año su alta calidad.

Cuando hablamos de vino argentino pensamos en Mendoza como el único terruño de excelencia, pero en los últimos años, los vinos de la región noroeste han demostrado tener grandes cualidades para la producción de vinos de alta calidad. Gracias a la marcada amplitud térmica de la zona y su prominente altura sobre el nivel del mar, estos viñedos presentan una identidad única y son un ejemplo de la vitivinicultura extrema en el mundo. Hoy por hoy, los Valles Calchaquíes son la zona productora más destacada, pero los vinos de Catamarca, emplazados en el mismo lugar geográfico, están ganando cada vez más terreno entre los consumidores.

Catamarca, terreno fértil para vinos de calidad

La provincia de Catamarca alberga viñedos a una altura que varía entre los 1.200 y los 1.750 m.s.n.m. y las variedades que más se cultivan en la zona son Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Cereza y Torrontés riojano, siendo esta última la mayor superficie cultivada presenta. Los días en Catamarca se caracterizan por la presencia de un sol penetrante, mientras que por las noches la temperatura desciende, contribuyendo a que las uvas concentren todo su sabor y ofrezcan un gran potencial enológico. Asimismo, las uvas desarrollan una piel muy gruesa, lo cual comprende un gran atractivo para las bodegas y hacedores, ya que propicia la sanidad, reduce el riesgo de hongos y por ende el uso de pesticidas u otras sustancias químicas.

Hasta hace poco tiempo en Catamarca solo se producían uvas de mesa para consumo en fresco y también uvas pasas, pero desde hace aproximadamente 20 años, se comenzó a trabajar para suplantar esas viñas por otras que permitan aprovechar el potencial de la región para la elaboración de vinos finos. Las características de la zona son propicias, ya que dotan a las uvas de excelentes niveles de acidez natural, aromas intensos y color profundo. En lo que a los tintos respecta, se descubren taninos muy potentes y tal vez sea por eso que la variedad Syrah encontró en dicho terruño el lugar ideal para resaltar sus cualidades particulares. 

Presente de Catamarca, terruño y superficie cultivada

Según datos del Instituto Nacional del Vino (INV), el 88% de la superficie cultivada con vid en Catamarca se encuentra en el departamento de Tinogasta, seguido en importancia por el de Belén, con el 10%. Si hablamos de Terroir, se destacan las regiones de Santa María – perteneciente a los Valles Calchaquíes-, al límite con la provincia de Tucumán, y la localidad de Fiambalá, que junto a Tinogasta son parte del imponente paisaje del Valle de Abaucán. En estos parajes, el agua con la que se riegan los viñedos proviene del río Abaucán, que se alimenta de arroyos que bajan de los cerros nevados de más de 6000 metros de altura en la Cordillera de los Andes aportando frescura a las uvas.

vinos de catamarca

Con respecto a las características propias del terruño, se trata de un paisaje con relieve montañoso cuyo clima está íntimamente ligado a la altitud. Los suelos son arenosos y profundos, y existen dos áreas bien diferenciadas dentro de la provincia: la occidental y la oriental. En ambos casos los suelos son homogéneos. El clima, en tanto, es árido y seco y durante la temporada de verano las temperaturas suelen ser elevadas. Las precipitaciones, que acumulan cerca de 200 mm anuales, se dan principalmente en la temporada estival. Todas estas condiciones dotan a los vinos de la provincia de Catamarca de un atractivo único, que la ha llevado a posicionarse en un lugar de privilegio y cada vez más aceptación en el mercado local e internacional. 

Vinos de Catamarca: los exponentes

Entre las bodegas más destacadas de la región se encuentran, entre otras, Finca Don Diego de Fiambalá fundada en 1996 al pie de Los Andes y especialistas en la producción de Syrah; la bodega Bodega Hualfín, ubicada en Belén y nacida en el seno de un proyecto social que busca ayudar a pequeños productores de la zona; y Bodega Santa Maria de la Vid o “Prelatura” como anuncia su cartel de entrada, que está ubicada en la localidad de Santa María pero pertenece a la Prelatura de Cafayate que abarca departamentos de Catamarca, Tucumán y Salta. Allí se producen las variedades torrontés, syrah, malbec y barbera, variedad a la que reconocen como la especialidad de la casa. 

En definitiva, a pesar de que la implantación de viñedos para la producción de vinos de calidad es reciente, las bondades del terruño catamarqueño ya empiezan a asomar y se dejan saborear. Gracias a sus climas templados, gran amplitud térmica, el avance de la tecnología y la pasión de los enólogos por la exploración de nuevos suelos y variedades, Catamarca se perfila como una nueva promesa y una región productora que promete.

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Por Nayla Díaz para Revista Elixir