Se estrena una rareza: Resistencia, una película futurista bélica que es, en realidad, una muestra de cómo actuó (y actúa) Estados Unidos invadiendo otras poblaciones, con fuertes ecos de las guerras en Asia.

Por Werner Pertot

Se estrenó una película que tuvo extrañamente poca prensa previa, pero a la que la crítica especializada está llamado la mejor película de ciencia ficción del año. Se trata de Resistencia (The creator, en inglés) de Gareth Edwards, el director de la reconocida película de Star Wars Rogue One (que es, justamente, la que más se aleja del estilo de la saga y tiene una búsqueda propia). Al igual que esta última, Resistencia es una película bélica. Pero lejos de ser una versión futurista y pochoclera de acción, el film se adentra en los conflictos que llevó adelante Estados Unidos, con un fuerte eco a lo que fue la guerra de Vietnam. A su vez pone en discusión el desarrollo de las Inteligencias Artificiales pero desde un eje completamente opuesto al que plantearon películas como Terminator: ¿y si las IA son más humanas que los humanos, que siguen mostrando sus peores miserias?

Las IA en debate

Así es: la nueva película de Edwards llega en un momento en el que está en debate el desarrollo de los grandes modelos de lenguaje y otros software que suelen simplificarse con el nombre de “inteligencias artificiales”. ¿Hasta dónde hay que desarrollarlas? ¿Van a causar una hecatombe, ya no como Skynet destruyendo a la humanidad, sino eliminando una parte importante de la fuerza laboral? El megamagnate dueño de Twitter (y admirador de Milei) Elon Musk incluso publicó una carta pidiendo que se limite el desarrollo (aunque él es una parte interesada). 

Esta película viene a sumarse a ese debate desde la ficción, pero traza un camino muy distinto al de Terminator o Matrix, por citar dos clásicos. En esta historia, la humanidad desarrolla la IA, crea robots para que se ocupen de las más varias tareas, desde los trabajos domésticos hasta ser policías. Pero luego ocurre algo (pasa en los primeros minutos de la película, pero no lo voy a spoilear) que hace que Estados Unidos (y todo occidente detrás) decida que hay que eliminar a todos los robots.

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Pero sucede que los países asiáticos no concuerdan y siguen dándole lugar a las IA en sus sociedades. Por supuesto, la respuesta de Estados Unidos es invadir, bombardear e intentar destruir a las IA y a los robots, sin demasiadas contemplaciones por la población civil. 

Ecos de Vietnam

Todo esto trae muchos ecos de una de las guerras más extensas que marcó el imperialismo de Estados Unidos: la de Vietnam. Gran parte de la película ocurre en territorio asiático, con una diferencia con otras obras audiovisuales que trataron el tema (como Nam, primer pelotón o incluso Apocalisis now, por mencionar dos): acá el punto de vista es el de los invadidos.

La película comienza dando la mirada de los que quieren destruir a los robots, pero luego da una vuelta de tuerca y comienza a mostrar la mirada de los países asiáticos y de las propias inteligencias artificiales. Nuevamente, sin querer spoilear demasiado, es esto lo que hace interesante la película: el debate sobre si las máquinas se volvieron más humanas que los humanos.

En cierto punto, retoma una línea que tenían las películas del director sudafricano Neill Blomkamp, que hizo Chappie y también la recordada Distrito 9. O para irnos más al pasado, recupera momentos filosóficos de los replicantes humanos de Blade Runner. 

Para empatizar, al clásico héroe de acción que es el protagonista, un soldado aquejado por una pérdida (John David Washington), se le va a sumar una niña androide (Madeleine Yuna Voyles) a la que debe proteger a toda costa de la invasión que busca destruirla y también matar al Creador, que le da nombre a la película: un ser humano que inventó las máquinas más avanzadas. 

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Narración compleja, paisajes futuristas 

Quien vaya a ver Resistencia se va a encontrar con que no se trata de una película con una secuencialidad clásica. De hecho, además de los ya acostumbrados flashbacks, la narración por momento pega saltos hacia adelante, cubriendo períodos de tiempo de meses o semanas sin mucho aviso previo, lo cual a veces puede confundir al espectador. 

No obstante, este tipo de narración colabora para desestabilizar la idea de que estamos viendo solamente otra película de acción con robots, si bien no falta la cuota de tiroteos, explosiones y persecuciones, que están muy bien realizadas.

A esto hay que sumarle las ciudades futuristas y los paisajes que crea esta película, combinando arquitecturas imposibles del futuro con entornos selváticos o planicies asiáticas,  y también robots con aspecto humano con monjes tibetanos. Lo visual en la película es realmente atrapante y la imaginación de quienes la realizaron ofrece un resultado impactante, que colabora con el guión. 

No sé si será la mejor película de sci-fi del año, pero ciertamente Resistencia vale la pena verla y dejarse llevar por las preguntas que plantea.

*Resistencia se estrena en cines el 28 de septiembre