NEGRE

Después de un tiempo fuera del radar, Negre vuelve con una propuesta clara: ofrecer una experiencia de alta cocina que hable en serio sobre producto, origen y técnica. Ubicado en una antigua fábrica reciclada del barrio Pichincha, apuesta por una estética industrial sobria, con cocina a la vista y detalles cuidados.

La ambientación acompaña sin robar protagonismo. Aquí, lo que importa está en el plato. Detrás de esa propuesta está Diego Tapia, chef con formación sólida en cocinas como Azafrán (una estrella Michelin) y Centauro, ambos en Mendoza. En Negre desarrolla una cocina directa, con identidad, que privilegia el uso completo del producto, los ingredientes de estación y una lógica de sostenibilidad que se nota en la práctica: carnes de pastura de productores aliados, pesca de río comprada directamente a pescadores locales y una huerta propia en la terraza que permite una oferta amplia, incluidas opciones veganas y sin TACC.

En la carta se pueden encontrar entradas como el Tiradito de surubí, con leche de tigre de apio, anchoas marplatenses y uvas encurtidas, o el Tartar de ternera, emulsionado con crema de yemas y sriracha, acompañado de mandiocas crocantes. También sorprenden platos más personales como el Cremoso de zanahorias, que combina zanahorias encurtidas, aceite de chiles y una clásica “raspadita mendocina”.

Tapia trae también insumos clave de Mendoza, como azafrán, algarroba y hongos, pero su cocina se construye sobre un equilibrio entre técnica, recuerdo y territorio. Hay platos que remiten a historias personales, sabores familiares reinterpretados con precisión y un objetivo constante: que el sabor hable primero. El Pastrami de marucha, curado 25 días y servido con puré de coliflor y coliflores asados, es un ejemplo de esa alquimia paciente. Otro es el Meloso de azafrán, elaborado con azafrán de Tupungato y bruselas fritas, que condensa el espíritu mendocino en una versión potente y elegante.

Para quienes buscan pescados de río, la Pesca del Paraná, un lomo de dorado con aligot de papa, emulsión de limón y chicharrón de su piel, resume la conexión directa con el entorno. En el extremo opuesto, los carnívoros tienen una parada obligada en el Ojo de bife con hueso, un corte de 600 gramos acompañado por una reversión de ensalada rusa y puré de remolachas.

El final dulce también tiene carácter. La Espuma de chocolate amargo con sorbet de frutos rojos y tuile de cacao combina intensidad y frescura. Para paladares más delicados, la Textura de peras con caramelo salado juega con diferentes técnicas —sorbet, compota, bizcocho— para cerrar con equilibrio y profundidad.

La carta de vinos acompaña con ambición. Curada por Melina Ocampo (sommelier y socia del proyecto), busca llegar a 300 etiquetas con una fuerte presencia de regiones argentinas, grandes añadas y etiquetas emblemáticas. Según Santarelli, están construyendo “la mejor cava del interior del país”. En barra, Pablo Pastinante lleva adelante la coctelería con una mirada artesanal, moderna y sin estridencias.

Negre no se apoya en lo que fue. El restaurante vuelve con otra energía, con una idea de futuro y una planificación que incluye colaboraciones con chefs invitados y eventos puntuales que amplíen la escena local sin perder foco.

“Estamos construyendo algo sólido, con la idea de sumar a largo plazo a la gastronomía rosarina”, dice Ocampo. Y Tapia lo resume en una frase breve, pero contundente: “Queremos que lo que pase en el plato se recuerde”.

NEGRE

Güemes 2587, Rosario, Santa Fe
Teléfono: +54 3416 47‑0732
Reservasnegre.meitre.com
Instagram: @negrerestaurante