Jamie Oliver es un reconocido chef inglés de vasta trayectoria. Además de conducir varios programas de cocina, editó decenas de libros y su popularidad se disparó cuando le ganó un juicio a Mc Dondalds y los instó a cambiar su receta. Sin embargo, su reputación está en el foco de las noticias tras conocerse su alianza con la brasilera Sadia para lanzar una línea de congelados que se presenta como saludable y gourmet.
En un artículo publicado por Folha el lunes pasado se señala que la empresa BRF, dueña de la marca Sadia, se acercó a Oliver hace un año para proponerle la creación de recetas con pollo para el mercado brasileño. El cocinero puso sus exigencias como que el proceso de producción se adecue a los principios de bienestar animal. Para atender a estos requerimientos, se consigna que la empresa hizo modificaciones en sus granjas en aspectos como el control de temperatura. En julio el chef visitará Brasil para seleccionar los ingredientes y los platos.
A partir de esta noticias, en las redes sociales comenzaron a escucharse voces que cuestionan la asociación con Sadia. Además usuarios de Twitter manifiestan sorpresa por la noticia o le piden al propio Oliver que la confirme. Es que, vale recordar que Oliver siempre se caracterizó por ser un firme defensor de la alimentación saludable con su movimiento Food Revolution, con el que consiguió por ejemplo la instauración en el Reino Unido de un impuesto a las bebidas azucaradas, cuya recaudación se destine a mejorar la educación sobre la comida.
Habrá que ver que sucede durante su visita al vecino país. Mientras tanto, vale la pena realizarse algunas preguntas, que la periodista Soledad Barruti, autora del interesantísimo libro «Mal Comidos» plantea en su página de Facebook: « ¿Hasta dónde llega la idea de saludable que tiene Jamie Oliver? ¿Sabe lo que es la comida sana limpia y justa que tanto promocionó? ¿Será que la idea de bienestar animal que establece el contrato hace que Sadía cambie y ahora sus pollos y pavos no crezcan en confinamientos inmundos mientras se tambalean como zombis soportando la carne que les crece a doble velocidad que sus huesos y órganos? ¿Serán animales que ya no reciben antibióticos en su ración de alimento y agua? ¿Serán productos que respeten una idea de comensalidad adecuada? ¿O sólo tendrán menos azúcar, grasa y sal que su contraparte original, le pondrán el sello light, y saldrán con otro maravilloso y vacío claim de venta?». Para reflexionar.