Según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate, los argentinos consumen 100 litros de mate por persona por año. Son muchos los mitos sobre sus efectos en la salud, pero también hay certezas sobre el impacto de su alta concentración de polifenoles (superior a la del té, el vino y el jugo de naranja) como antioxidante que mejora las defensas naturales del organismo; contiene ocho de las 13 vitaminas del grupo B que el cuerpo humano necesita y aporta minerales como magnesio y potasio; también ayuda al buen funcionamiento del corazón y su «mateína», ingerida moderadamente, beneficia la concentración y la actividad mental.
En una jornada de divulgación científica organizada por la Escuela de Nutrición de la Universidad Nacional de Córdoba y el instituto de la Yerba Mate se presentaron diferentes investigaciones. Dolores Roman, nutricionista y doctora en Ciencias de la Salud, es una de las autoras de un trabajo sobre epidemiología ambiental y nutricional del cáncer que aborda los factores de riesgo en el cáncer de mama, colon, próstata y vías urinarias. «No hay asociación entre el mate y estas enfermedades; no encontramos ni incremento ni disminución de riesgo, lo que elimina muchos mitos», dijo en diálogo con el diario La Nación.
Apuntó que en muchos casos la ingesta de mate implica mayor consumo de azúcar, mientras que el de edulcorante está más asociado a otras infusiones; recomendó moderar ese consumo: «No usar una cucharadita en cada mate porque impacta en la glucemia, que sí tiene vínculo con el cáncer de próstata y de mama, influenciados por la obesidad».
Del trabajo realizado por el Grupo de Epidemiología Ambiental del Cáncer en Córdoba de la Escuela de Nutrición y el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (INICSA) se desprende que el 80% de la población adulta toma mate habitualmente, porcentaje que crece entre las mujeres y en sectores de menor urbanización; en las ciudades aumenta la frecuencia de consumo de café.
Nilda Perovik, investigadora Escuela de Nutrición y Daniela Defagó, de la misma institución y del Conicet, analizaron la posible asociación entre el mate y las enfermedades cardiovasculares. No encontraron relación entre factores de riesgo cardiovasculares de inflamación y el mate cocido o cebado, pero sí establecieron una asociación leve con la presión arterial.
Trabajaron con pacientes del Servicio de Cardiología No Invasivo del Hospital Nacional de Clínicas de esta ciudad, con una muestra intencional de quienes tienen alguna enfermedad cardiometabólica (síndrome metabólico y diabetes, por ejemplo) y analizaron su estilo de vida.
Perovik señaló al matutino La Nación que «a más cantidad de consumo de yerba mate aumentan algunos factores de riesgo que incide sobre el colesterol malo y la hipertensión». Advirtió que hay que tener en cuenta que el mate se consume en un «contexto alimentario» que suele incluir productos altos en grasas o harinas refinadas, que también inciden en la salud.
Por otro lado, los compuestos bioactivos de la yerba (ácido clorogénico) reducen los factores de riesgo cardiovascular; claro que también cuenta el consumo de frutas, verduras y semillas. Perovik indicó que los efectos están relacionados con la cantidad ingerida: «Entre medio litro y un litro diario es apropiado».
¿Y el cáncer?
Hay consenso entre los expertos que el desarrollo del cáncer es multicausal. Un grupo del INICSA, dirigido por Elio Soria, médico especialista en farmacología e investigador de Ciencias Médicas y el Conicet, abordó y experimentó en ratones inoculados con cáncer de pulmón el efecto de compuestos vegetales de la yerba.
«Detectamos que el consumo de mate reducía la pérdida de peso propia de la enfermedad (caquexia) y mejoraba el estado hepático y renal; de los compuestos de la yerba, el polifenol quercetina sería responsable de tales efectos», explicó a LA NACION.
Advirtió que el consumo no modifica el crecimiento del tumor, pero la reducción de la pérdida de pesos es «un dato importante porque los pacientes prácticamente quedan consumidos; si bien no se ataca la causa primaria, lo consideramos como un mejor estado, por ejemplo, para recibir tratamiento».
Aclaró que la investigación realizada es en el área básica, no clínica con seres humanos, a la vez que sólo aborda el cáncer de pulmón, es específica.
El equipo de Soria ahora estudia si el consumo de mate modifica la lactancia materna. «Hay mucho mito en los dos sentidos, en que es muy bueno o muy mala. Queremos evaluar sobre el punto de vista epidemiológico, analizar si cambia o no las propiedades de la leche».