Con ocho años de historia, Corto Maltés, liderado por Consuelo Landívar, ofrece una carta pensada para todo el día, con recetas hechas desde cero y un aire barrial que convierte cada visita en un momento de pausa, sabor y descubrimiento.
Corto Maltés nació hace ocho años de la mano de Consuelo Landívar, una publicista que, tras vivir un tiempo en Brasil, decidió abrir su propio café de especialidad. Hoy, su propuesta se consolida como una de las más queridas del barrio, gracias a la calidez de su equipo y a una carta que combina lo casero con lo creativo y que, en su gran mayoría, es apta para el público vegetariano.
El local tiene un aire descontracturado y amigable, muy en sintonía con la vida barrial. Tiene esa onda de cafetería clásica porteña, pero con un toque muy hogareño que le aporta personalidad y hace que uno quiera quedarse. Todo está pensado para quienes buscan un rincón acogedor donde trabajar con la computadora, leer un rato o simplemente charlar sin mirar el reloj.
La carta es amplia y flexible, pensada para acompañar cualquier momento del día. Hay platos para disfrutar desde las 9 hasta las 20 h, ideales para el desayuno o la merienda, con panificados artesanales de fermentación lenta —entre 24 y 48 horas— y unas medialunas que se han vuelto un clásico indiscutido, así como el roll casero relleno de palta, queso Finlandia, tomates secos y queso azul. El capítulo de pastelería suma tortas frescas y generosas, que invitan a compartir o a darse un gusto individual.
El mediodía tiene un protagonismo especial: cada semana el menú se renueva con platos originales que reflejan la creatividad de Consuelo y su equipo, con guiños a distintas cocinas del mundo. Entre los destacados aparecen la milanesa de tofu y garbanzos a la napolitana con puré o ensalada, y la tapioca amarilla con cúrcuma que llega coronada por camarones, queso y criolla. A esto se suman alternativas frescas como ceviches o poke, servidos en vajilla pensada para realzar la experiencia. También se puede optar por el menú del día con limonada por $15 500 o agregar un café por $18 500. Así, cada almuerzo se convierte en una pausa diferente, que invita a vecinos y curiosos a volver una y otra vez.
El café, la estrella del lugar

El café es, claro, la joya de la casa. Con granos seleccionados de Puerto Blest, ofrecen una carta amplia que incluye opciones de café solo, con leche —con alternativas de leche tradicional, de maní o de almendras— y preparaciones frías. La propuesta se luce con clásicos como el espresso, el filtrado, el doppio o el americano, y suma variantes más elaboradas como el vainilla latte, el affogato con helado y espresso o el cold brew, ideal para los días cálidos.
Parte del encanto se explica también por la presencia de Consuelo, que se mueve con naturalidad entre las distintas facetas del proyecto: puede estar detrás de la máquina de café preparando espressos, en la cocina amasando el pan o creando nuevas recetas para sorprender a sus clientes. Esa versatilidad y cercanía marcan la diferencia y dotan al local de una personalidad única, que trasciende la idea de una simple cafetería.
Corto Maltés es hoy un punto de encuentro en Palermo, un sitio donde se entrelazan sabores, aromas y conversaciones. En definitiva, no es sólo una cafetería: es un espacio donde el café de especialidad se encuentra con la calidez de la cocina artesanal y con esa impronta barrial que lo vuelve único.
Corto Maltés
Dirección: Mario Bravo 1195, Palermo.
Horarios: lunes a viernes de 8 a 20 h. Sábados de 9 a 21 h. Los almuerzos están disponibles hasta las 15 h.
Instagram: @cortomaltescafe