La miel, gracias a los elementos que la componen, le proporciona muchos beneficios al organismo. Conocé cuáles son y qué recaudos tenes que tomar para su utilización.
Debido a sus propiedades antioxidantes y antimicrobianas, este endulzante de origen natural cumple diversas funciones: alivia dolores de garganta, es eficaz para la tos y también para otros síntomas comunes del resfriado.
Pero, además de su utilidad para la salud, es comúnmente incorporada a comidas y bebidas. Y no sólo por su sabor dulce en ellas, sino también porque oficia de conservante de alimentos.
Para la absorción de humedad, por ejemplo, la miel es ideal, ya que es rica en fructosa y logra aplazar el endurecimiento.
Otra de las propiedades de la miel es que consta de una baja concentración de agua.
También es muy útil para darle un sabor agridulce a las carnes asadas, o para disminuir el sabor picante de algunas recetas.
La miel también se destaca en las galletas: además de garantizar su consistencia para que no se desarmen les da un color dorado que las hace aún más llamativas.
De todas formas, hay recaudos que deben tomarse para utilizar la miel:
– Debe emplearse en recetas en las que los ingredientes sean delicados, ya que una miel de sabor fuerte puede abarcar la totalidad del sabor y afectar el gusto final del producto.
– No se recomienda su utilización para preparar cremas pasteleras y otros productos de consistencias suaves, ya que la miel puede llegar a alterar la textura final.
– Para cambiar azúcar por miel en una receta, hay que mantener la proporción de ¾ de taza de miel por cada cucharada de azúcar.
Para asegurarse que la miel conserve sus atributos principales (aroma, sabor y color) se debe almacenar en un recipiente de cristal o similar, colocado en un espacio oscuro y fresco. En la heladera también se puede mantener su sabor pero de esta manera se acelera su proceso de granulación o cristalización.