Un estudio reciente reveló que el queso es uno de los alimentos que encabeza la lista en la categoría de «adictivos». Basta con mirar sus ingredientes para confirmarlo: grasa agregada, carbohidratos refinados y la polémica caseína.
La información salió a la luz gracias un estudio que fue publicado en la prestigiosa Public Library of Science One y que rápidamente dio la vuelta al mundo. «El queso dispara en el cerebro un mecanismo similar al de las drogas adictivas», afirman los investigadores. ¿La causa? El agregado de grasa y/o carbohidratos refinados, la velocidad con que estos últimos son absorbidos y una sustancia que siempre estuvo en la mira: la caseína.
El doctor Máximo Ravenna, médico especialista en obesidad y adicción alimentaria y psicoterapeuta, afirmó que la adicción al queso es una realidad y explicó: «El queso es uno de los alimentos que tiene capacidad adictiva según la persona que lo ingiere y según la conexión que genere con los elementos neuroquímicos en el cerebro del que padece este problema».
Asimismo, la controverdia caseína Caseína es una sustancia presente en casi todos los derivados de la leche. En el estómago, cuando se produce la digestión, la caseína más los jugos gástricos generan una sustancia nueva, la casomorfina, que es semejante a la morfina, aquella reconocida droga de la familia de los opiáceos, que generan sensación de placer y de bienestar, un efecto muy parecido a la liberación de endorfinas.
El queso, está claro, no es el único alimento que causa este tipo de efectos sobre el cerebro. Y la «adicción a la comida» es un trastorno que está haciendo fila con insistencia y cada vez menos oposición para entrar en los manuales de psiquiatría. «Según la sensibilidad de la persona que lo ingiere, además del queso, también la carne, el chocolate y otros alimentos generan una extraña relación de apego», dice el doctor Ravenna a modo de ejemplo.