Imponente, ubicado sobre una colina y rodeado por los lagos Moreno y Nahuel Huapi, el Hotel Llao Llao cautiva a locales y turistas. Su edificación idílica y su entorno privilegiado lo convierten en lo más parecido a una fantasía hecha realidad. Hacia allí fuimos a probar su tan celebrado «Té Llao Llao» y te contamos la experiencia.
Fundado hace poco más de 80 años, el hotel Llao Llao es un verdadero orgullo y tradición argentina. Imponente, ubicado sobre una colina y rodeado por los lagos Moreno y Nahuel Huapi, este lugar cautiva a locales y turistas que llegan hasta la ciudad de Bariloche para disfrutar de sus magníficas instalaciones, despampanantes vistas y cómo no, una gastronomía excepcional. Aún sin hospedarse en el hotel, cualquier mortal tiene la posibilidad de visitar este edificio histórico y disfrutar del clásico Té Llao Llao, un verdadero buffet en el paraíso.
El hotel es inmenso y recorrerlo puede demorar horas. Sin embargo, la planta baja en sí misma es suficiente para comprobar que se está en un lugar idílico. Tras pasar la recepción del hotel, el lobby bar se despliega majestuoso con sus terminaciones en madera y confortables sofás con los más diversos tapizados. Si uno continúa el recorrido en línea recta llegará al jardín de invierno: un gran ambiente vidriado que muestra la belleza patagónica en todo su esplendor y donde se disfrutan los tradicionales almuerzos buffet y el épico Té Llao Llao.
Todos los días, minutos antes de las 16.30, una brigada de personas vestidas de blanco impoluto desfilan con sigilo y elegancia desde el lobby bar hasta el winter garden llevando y trayendo grandes bandejas plateadas que cargan en su haber, manjares de la pastelería, de todos los sabores y colores. Cada una de las delicias que se ofrecen en el Té Llao Llao tiene una fascinante trastienda y responde un poco al deseo de Francisco Tamini, Chef Patissier del hotel y una joven promesa de la pastelería.
Nacido en Mendoza y criado en Buenos Aires, Tamini estudió la carrera de chef en el IAG y su talento lo llevó rápidamente a trabajar en el Palacio Duhau, el restaurante del elegante hotel Park Hyatt Buenos Aires. Con tan solo 27 años, fue la «mano derecha» de Beatriz Chomnalez durante muchos años (de hecho, trabajó codo a codo con la célebre cocinera en la realización de su primer y único libro «Lo que Cocino») y hoy dirige el equipo de 11 pasteleros y panaderos del Llao Llao, lo que considera «un orgullo» y una gran responsabilidad.
El Té Llao Llao ofrece, por supuesto, una gran variedad de tés en hebras, diseñados por la sommelier Inés Bertón, con exclusivos blends, creados especialmente para el hotel. Entre ellos, se destacan el Indian Market (con clavo de olor, canela, cardamomo y jengibre), el Sophie (con manzanas, pétalos de girasol, rosa mosqueta y naranjas) y el homónimo -y estrella- Blend Llao Llao (base de té negro, almendras y frutos rojos de la Patagonia). Si el comensal, sin embargo, prefiere otra cosa, puede degustar un chocolate caliente o la infusión de preferencia.
Una vez elegida la bebida, vale la pena tomarse unos minutos para relajarse en los sillones de ratán y contemplar la belleza del paisaje. Montañas de piedra de picos nevados se afirman en el horizonte y el Lago Moreno, azul profundo, lo abarca todo. Es justo decir que el solo hecho de estar ahí deja en un segundo plano el tema de la merienda; hasta que finalmente los mozos asienten entre ellos y el Té Llao Llao ya está listo para degustar.
Una gran mesa circular en el centro del salón ofrece buffet de tortas, tarteletas, scones, muffins, brioches, brownies y mini sándwiches de salmón ahumado ó jamón crudo. Estas son apenas algunas de las opciones para consentirse y apreciar la calidad de este servicio de té excepcional para el que trabajan a diario un equipo de 11 panaderos y pasteleros.
Desde muy temprano en la mañana, se amasan los panes y facturas y se decide qué se servirá en base a los productos disponibles. En temporada de verano se destacan las mini cheesecakes, la tarta frutal de crema de naranjas confitadas, el tradicional strudel de manzana, los brownies con ananá y por supuesto, alfajores y trufas de chocolate, que aunque tienen su esplendor en época invernal, están presentes todo el año.
«Cocinar en el Llao Llao es un orgullo; el hotel representa un poco de Bariloche a través su arquitectura y gastronomía y el Té en si mismo busca resaltar lo mejor de la zona utilizando varios ingredientes autóctonos, como la rosa mosqueta y el sauco», explica Tamini, que pone su toque personal a lo que hace y asegura que le divierte «sorprender» al comensal con ingredientes inesperados dentro de las preparaciones que ofrece. Eso sí, como todo buen pastelero, es un tanto estricto en cuanto a la importancia de una buena base madre, a partir de ahí, deja volar su imaginación y acepta con alegría la tarea de innovar e inspirarse todo los días para ofrecer algo nuevo.
El Té Llao Llao tiene un costo fijo por persona y para dos. Se recomienda reservar con tiempo o bien, visitar el lugar para disfrutar la opción «a la carta» y disfrutar las delicias del buffet en el lobby bar. Se recomienda reservar con anticipación y asistir con tiempo para visitar esta joya nacional de la arquitectura y el buen gusto, en uno de los lugares más hermosos del mundo: Patagonia, Argentina.