¿Qué tiene que ver lo que comemos con una pandemia mundial? ¿Por qué comer a base de plantas y reducir la ingesta de productos animales podría ser el inicio de una solución? En esta nota, la joven autora Maru Raffaeli comparte algunos datos útiles sobre cómo nuestro menú afecta al planeta y cómo transformar esa elección personal en un cambio universal.
«El año recién empieza. Ha transcurrido relativamente poco tiempo, pero lo suficiente como para que podamos hacernos un panorama de lo que vendrá. Todo parece indicar que la normalidad que conocíamos, esa de andar por la calle sin barbijo, abrazar a los seres queridos y compartir el mate, no volverá en el corto plazo. No importa con cuánta esperanza hayamos lanzado ese deseo al universo en el preciso instante en que, en lugar de chocar nuestras copas para darle la bienvenida al 2021, las alzábamos al grito de “¡feliz año nuevo!”, al aire libre y procurando mantener la distancia. El nuevo año empezó y la segunda ola de Covid-19 tiene unas ganas locas de zambullirse en él con todas sus fuerzas. Evidentemente, los deseos no son suficientes para cambiar la realidad. Sin embargo, hay algo que sí podemos hacer, algo casi tan inocente como la acción de pedir un deseo, pero más tangible y con mayor capacidad para concretarse: se trata de cambiar la comida que ponemos en nuestro plato.
¿Qué tiene que ver lo que comemos con una pandemia mundial? Bueno, mucho, demasiado, todo. Tanto como que el polvo que levantan los intensos vientos del desierto del Sahara termina nutriendo el bosque del Amazonas. Todo tiene que ver con todo. Para satisfacer los niveles de consumo de carne y otros productos derivados de animales a nivel mundial, es necesaria la industrialización. La industrialización gestiona la producción de más animales en menos espacio, pero debe encargarse de producir alimentos para engordarlos. Esos alimentos son en su mayoría granos. Esos granos son en su mayoría gramíneas o leguminosas que requieren de terreno. Esos terrenos suelen ser bosques nativos y humedales arrasados para plantar aquellos granos para alimentar a esos animales que luego serán carne, leche, huevos, etc. El 80% de todas las tierras agrícolas a nivel mundial se destinan a la producción de granos para alimentar a esos animales. Es que para producir un kilo de carne se necesitan entre 12 y 15 kilos de alimento y 15.000 litros de agua (lo que equivale dos meses y medio de duchas diarias de 10 minutos). Pero además, como si esto fuera poco, cuando se eliminan bosques y humedales se potencia el calentamiento del planeta, ya que éstos tienen un rol clave para la vida en la tierra: se encargan de suministrar agua, de regular el clima, de nutrir el suelo, de amortiguar inundaciones; además se pierde biodiversidad en flora y fauna, lo que hace de nuestro mundo un lugar menos habitable y más propicio a la propagación de pandemias y desastres naturales.
Cambiar los alimentos de origen animal de nuestro plato por otros de origen vegetal puede ser el granito de arena que aportemos al mundo, el inicio de un cambio mayor, una acción más real y efectiva que esbozar un deseo. Dicen que somos animales de costumbres, cambiarlas no es fácil pero tampoco imposible. Podemos empezar de a poco, probando productos vegetales hasta encontrar algunos que sean de nuestro agrado. Así podremos ir sustituyendo algunos productos como leche, mayonesa o hamburguesas por otros hechos a base de plantas que son muy ricos e incorporan los mismos nutrientes y hasta algunos emulan muy bien los sabores y texturas de los productos de origen animal. Algunas marcas como NotCo, Impossible Foods y Beyond Meat desarrollaron este tipo de alimentos que hacen que la transición sea mucho más fácil ya que sus productos imitan a los de origen animal pero están hechos 100% a base plantas.
También podemos plantearnos el objetivo de dejar de comer carne un día a la semana: “los lunes sin carne” como promociona Paul McCartney -quien recientemente le sugirió a nuestro presidente, a través de una carta, que oficializara dicha acción en nuestro país-. Para quienes están habituados a comer carne todos los días, éste es un buen modo de probar nuevas recetas, sabores, ingredientes y ampliar el menú. No es necesario que reemplacen la carne en un plato tradicional, por ejemplo haciendo un pastel de papas con lentejas en lugar de con carne picada. Pueden comer alimentos deliciosos que seguro ya conocen bien y son a base de plantas, como una buena fugazza con fainá, o tal vez introducir sabores nuevos como falafel o ratatouille.
¿Y qué tal si probamos 30 días de menú a base de plantas? Esta acción que es impulsada desde el organismo sin fines de lucro, Veganuary, desafía a consumir durante un mes sólo productos a base de plantas. En su plataforma ofrecen, además de recetas, tips nutricionales, información y soporte de manera gratuita. Es una buena forma de reducir el impacto que generamos en el planeta, probando nuevas recetas e incorporando nuevos hábitos. Hay sabores de alimentos a base de plantas tan bien logrados que ni siquiera podrás notar la diferencia con los de origen animal y con el beneficio extra de ayudar al planeta. Aprovechemos que el año está recién arrancando y seamos parte del cambio que queremos ver en el mundo.»
Por Maru Raffaelli*
*Maru Raffaelli es una de las creadoras, junto a sus hermanas, del blog de recetas dedicado al veganismo: holavegan.com y de dos libros Comida Típica Argentina Vegana y Comida Internacional Vegana (Editorial Albatros). Es diseñadora de indumentaria (UBA), productora de moda y periodista. Se inició en el mundo editorial de la mano de la producción de moda, pero siempre le interesó escribir. Se especializó en belleza en la revista Para Ti, desde entonces colabora con varios medios y marcas. También es docente en la carrera de Diseño de Indumentaria en FADU UBA, desde 2007.