«¿Resfriado? Te hace falta más vitamina C», parece una frase hecha. Aquellos que se preparan siempre un jugo de naranja, por ejemplo, consideran que tienen los anticuerpos necesarios para prevenir cualquier gripe. Sin embargo, el mito se ha derribado.
Hace ya más de 40 años, el Premio Nobel Química y de la Paz, Linus Pauling, respondió con un rotundo sí a la pregunta de si la vitamina C o los jugos de naranja evitan o mejoran el estado gripal. La afirmación del bioquímico fallecido en 1994, generó un gran mito que se mantiene hasta hoy. En su publicación «La vitamina C y el resfriado», se estableció que altas dosis de esta sustancia (unos tres mil miligramos al día) podían evitar la bronquitis, alergia, fiebre, neumonía y resfriados.
Sin embargo, con el paso del tiempo y diversos estudios científicos, se ha demostrado que la vitamina C no infiere en el virus del resfriado ni de la gripe, o sea, no acorta su duración ni reduce sus síntomas. La única excepción a la regla se ha evidenciado en los deportistas de alto rendimiento a quienes, beber un vaso de jugo de naranja, les permitió reducir hasta en un 50% la constipación, según los estudios sobre la vitamina C publicados en la revista The Cochrane Library.
Esto no quiere decir que la vitamina C no sea beneficiosa. Según el biólogo de la Universidad de Alabama, Samuel Campbell, su consumo tiene un alto efecto desestresante y reduce los niveles sanguíneos de cortisol, una hormona que fabricamos en situación de emergencia y que, producida de forma crónica, puede anular nuestras defensas y exponernos a enfermedades.
Finalmente, otro de los mitos más difundidos en torno a la vitamina C es que la naranja es la fruta más rica en este nutriente. Sin embargo, el cítrico sólo aporta 69 miligramos de vitamina C mientras que otros alimentos, como las frutillas, aportan 84 miligramos.