De su oficio nació un símbolo de la gastronomía marina en Mar del Plata. Tenía 87 años y estaba retirado de la actividad.

El empresario gastronómico Antonio Di Leva dejó su Italia natal para conquistar puerto argentino en 1947. Oriundo de la bella ciudad de Sorrento, en la Costa Amalfitana, fundó el restaurante Chichilo, símbolo de la gastronomía marina en Mar del Plata en la década del cincuenta.

Antonio comenzó vendiendo pescado en el barrio porteño de Once, luego saltó a un puesto en Plaza Miserere y de allí llegó a «La Feliz», después de tomar parte en varias temporadas de anchoíta y magrú durante la primavera.

“Al radicarse en la ciudad siempre le rondaba la ilusión del negocio propio y así del esfuerzo y la perseverancia nació Chichilo (…) No es sólo un nombre, es herencia dejada a través de varias generaciones. Es tradición, es legado”, declaró su familia en diálogo con el portal especializado Pescare.

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En los sesenta, Chichilo se caracterizó por la venta directa de productos “de la lancha al público”. Más tarde, instaló la comercialización de pescado frito como parte de la picada al paso, recuerda Roberto Pennisi en su libro “Italianos en el puerto de Mar del Plata”. Entre los clientes, abundaban figuras del espectáculo, la política y la vida social. Fue así que durante la cena cierre del Primer Congreso Internacional de Cardiología conoció al doctor René Favoloro, con quien forjaría una amistad de años.

En el terreno de los negocios, fueron sus hijos quienes siguieron al frente de la empresa. En los noventa construyeron tres barcos para el abastecimiento de materia prima; aunque en el último tiempo no escaparon a las dificultades económicas que sufrió toda la industria.

Un adiós a un hombre que dejó legado: no hay local ni turista que no sepa que «Chichilo» es una insignia marplatense.