El mercado inmobiliario ha experimentado un resurgimiento notable. Los registros de enero de 2024 muestran un aumento del 1.8% respecto al año anterior, mientras que el total de actos notariales en 2023 creció un 20% respecto a 2022, sugiriendo una tendencia alcista para este año.
Las cifras arrojadas desde el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires son elocuentes y muestran que, después de 5 años de letargo, el mercado inmobiliario se ha “despertado”: enero 2024 ya arrancó con 1882 registros, superando en 1.8% las operaciones del mismo mes de 2023. Y durante todo el año pasado hubo 40.539 actos notariales contra las 33.753 de 2022 (un crecimiento del 20% interanual), con lo cual la tendencia alcista parece continuar este año.
Hasta el año pasado se podía decir que en el mercado inmobiliario el que tenía el dinero al contado “ponía las reglas de juego”, es decir, tenía la ventaja de que había poca oferta y mucha demanda de inmuebles, sumado a la casi nula oferta de créditos hipotecarios. Pero con el cambio de gobierno y la posterior devaluación del dólar oficial, el optimismo entre compradores y vendedores empezó a crecer y considero que han cambiado ahora las cosas: los vendedores empiezan a vender a precios que consideran “justos”, mientras que los compradores están dispuestos a avanzar con las operaciones porque ahora sí consideran que es una buena inversión.
Cambios en el panorama…
Es que ha cambiado el panorama y lo que percibe el mercado es un optimismo, en el cual después de muchos meses finalmente comienzan a normalizarse los valores del m² en las principales ciudades del país, con la Ciudad de Buenos Aires como termómetro de esto. Por poner un ejemplo nomás: es ilógico que en algunas ciudades de países vecinos los valores sean más altos que en Buenos Aires, que es una de las mejores ciudades para vivir y para invertir.
Está claro que la situación está complicada para el sector y para el país por la inflación y la falta de producto, pero somos optimistas y creo que en los próximos meses veremos una reactivación aún más importante que la que estamos teniendo. También veo finalmente una una normalización, tanto para los desarrolladores como para la compra venta de inmuebles, porque con precios “razonables” y con el optimismo y la sensación de que los valores seguirán subiendo (o como mínimo no caerán), los vendedores venderán y los compradores comprarán.
Comprar de pozo sigue siendo un excelente negocio
El mercado del real estate es uno de los principales destinos de los inversores, y quienes saben del tema tienen sus inversiones diversificadas en distintos rubros. El rubro tiene una característica especial, que lo hace único: es “ilíquido”. Esta característica hace que no genere información diaria en cuanto a su valor, como los activos financieros, lo cual es muy valioso, ya que permite una toma decisiones más ordenadas y con menor estrés. Es una de las razones por las cuales los asesores patrimoniales recomiendan ladrillos, especialmente para las planificaciones y los traspasos de herencias.
En nuestra desarrolladora, Branson, actualmente tenemos desarrollos en zonas muy buscadas como Bajo Belgrano o Cañitas en la Ciudad de Buenos Aires que estamos vendiendo y a buen ritmo. Esto nos marca que la expectativa de esos compradores es que en el corto plazo perciben que van a poder alquilar o revender esas propiedades terminadas a valores muy superiores a los de pozo, o bien, tendrán un capital que se ha incrementado considerablemente en pocos meses.
Y sostengo además que es una excelente inversión porque el real estate es uno de los pocos activos que se ajustan con la inflación, con lo cual su valor no solo se aprecia por la suba del activo (es decir demanda vs. oferta) sino que además se incrementa por el mero paso del tiempo.
En definitiva, y siempre teniendo en cuenta que los desarrollos sean en zonas buscadas y rentables, veo un buen año para quienes inviertan en emprendimientos de pozo y auguro que sus inversiones serán muy lucrativas en unos pocos meses.
- Por Hugo Koifman, CEO de la desarrolladora Branson.