Netflix hizo una adaptación de un clásico de animación: Avatar, la leyenda de Aang. Si bien tiene un impacto visual contundente, las actuaciones y la trama adolecen de la magia del original.
Por Werner Pertot
Por qué Netflix insiste con hacer adaptaciones live-action de series animadas que terminan no funcionando es algo que no termino de entender. Le pasó con Cowboy Bebop, un clásico de clásicos del animé, que cuando llevó a una serie con actores funcionó tan mal que fue cancelado a la semana para una segunda temporada. La excepción hasta ahora es la adaptación de otro animé: One Piece. Fue el único que funcionó bien, una perla en un desierto que incluye la película fallida de Death Note, entre otros intentos olvidables. Y ahora se le puede sumar Avatar: La leyenda de Aang, una serie que pese a sus esfuerzos y buenas intenciones, no alcanza a convencer como el material original.
La original
Para quienes no conozcan la original (que también está en Netflix), la historia de Aang no tiene nada que ver con las películas Avatar: cuenta una suerte de cuento de hadas en un mundo asiático dividido en cuatro naciones, una con cada elemento. Son naciones en guerra, por el afán expansionista de la Nación del Fuego, cuyo primer paso fue cometer un genocidio y matar a todos los nómades del aire. Es un mundo fantástico, donde una entidad semidivina, el Avatar, tiene que salvarlos a todos del malvado Señor del Fuego. Solo hay un problema: el Avatar es un niño de 12 años llamado Aang.
Esta historia en tres temporadas tuvo mucho éxito en Nickelodeon y dio lugar a una segunda saga, llamada La leyenda de Korra (también la encuentran en Netflix), además de comics, juegos de rol y una serie de películas animadas que vienen en camino. Sus creadores originales, Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, formaron parte de la iniciativa de hacer un live-action en Netflix hasta que se retiraron por “diferencias creativas”. Viendo el resultado, se puede entender por qué.
La adaptación
La adaptación live-action tiene un tono menos infantil que la serie animada, pero no termina de decidirse: va de un genocidio a personajes caricaturezcos como Bumi, un rey del Reino Tierra que somete a Aang a una serie de pruebas ridículas.
Hay que decir que Netflix puso la billetera y lo visual está muy bien: el uso de los poderes (cada pueblo tiene la capacidad de controlar su elemento) está bien logrado, el juego con los estilos diferentes de artes marciales, las ciudades de fantasía hechas con CGI no te hacen pasar vergüenza.
Pero vuelve a cometer en mismo error de Night Shyamalan cuando hizo el primer intento de live-action en una olvidable película (de la que prefiero no decir más): un Aang que no es gracioso y que se pasa de solemne.
Si a eso le sumamos que el otro personaje que era un comic relief (Sokka) tampoco es gracioso, la serie va tomando un tono demasiado dramático, que no termina de acomodarse. La otra protagonista, Katara, es encarnada por una actriz (Kiawentiio) que es incapaz de convocar a su cara más de una expresión. En una parte fundamental sobre el final, donde se tiene que enojar, parece que no le corriera sangre por las venas
Entre los villanos, hay que destacar que están bien logrados el Señor del Fuego Ozai (interpretado por una estrella de Lost, Daniel Dae Kim) y también el príncipe Sukko (Dallas Liu). En cambio, a la princesa Azula (Elizabeth Yu) le falta la maldad de su contraparte animada. Es una Azula más insegura. Sus dos amigas son un decorado, que está muy lejos de los personajes originales.
A favor: el cast es diverso y no hay un whitewashing como con Shyamalan.
Sí se animaron a mostrar cosas que el original no hacía, por su tono más de serie infantil, como el genocidio de los nómadas del aire. Pero no sé cuánto le suma a la serie ver personas siendo incineradas vivas.
Por otro lado, el ritmo acelerados para comprimir el material original en ocho capítulos de una hora los obliga a juntar diversas tramas en un solo capítulo, lo que no termina de quedar del todo bien. Los personajes principales adolecen de un desarrollo convincente y la historia de amor entre dos de los protagonistas está borrada o solo aparece implicada de forma débil, lo que le resta compromiso a la historia y hace menos creíble las motivaciones de sus protagonistas.
En conclusión, lamentablemente no termina de funcionar como serie sola sin la original (busca todo el tiempo la nostalgia y las referencias) y tampoco llega a ser una adaptación convincente. Termina siendo más un caso de Cowboy Bebop que de One Piece.
- Avatar: La leyenda de Aang está disponible con todos sus episodios en Netflix. También la original de animación y su secuela, Korra.