Las impresoras 3D han llegado al mundo gourmet. El restaurante Food Ink, que desembarcó en Londres, es el primer local que además de alimentos incorpora los cubiertos, los platos y hasta las sillas diseñados con la misma tecnología. La iniciativa fue del emprendedor Antony Dobrzensky junto al chef Marcio Barradas.

Los empresarios contaron con el apoyo de una compañía holandesa que a principio de año había lanzado la «byFlow», una impresora 3D capaz de reproducir múltiples materiales como pastas, masas, humus, mousses entre otros.

Según señaló Sasha Mather, directora de comunicaciones de la empresa, «la carne es difícil de imprimir por las preocupaciones sanitarias que rigen y porque resulta difícil generar una textura que provoque una sensación genuina en la boca«. Por ahora, la impresora 3D solo es capaz de procesar alimentos en forma de pasta. food ink

Desde el restaurante aseguraron que «la tecnología debe servir a un propósito y la estamos utilizando para añadir más magia a la magia. Estamos poniendo a disposición las tecnologías más innovadoras, como la impresión en 3D y la realidad aumentada, con el fin de elaborar la experiencia interactiva alimenticia más exquisita posible».

Food Ink ofrece nueve platos elaborados a través de la impresora 3D en tiempo real. Como un añadido extra a la experiencia culinaria futurista, los visitantes pueden utilizar auriculares de realidad virtual durante la comida para escuchar música compuesta por un equipo de inteligencia artificial.

La experiencia tridimensional (una cena de nueve platos) cuesta unos 300 euros e incluye creaciones como una espiral de chocolate y una tortita crujiente de algas adornada con un motivo de mayonesa en forma de circuito. Todo se imprime capa por capa.