A 30 años de la firma del primer manifiesto Slow Food en París, decenas de ciudades alrededor del mundo se unen para celebrar este aniversario y seguir recaudando fondos para los proyectos planeados para el 2020.
«Han pasado 30 años desde aquel día en París, donde nuestra asociación reunió a delegados de todo el mundo para firmar el Manifiesto de Slow Food. Un Manifiesto que por primera vez hablaba de la importancia del derecho al placer, que sentó las bases para una nueva forma de entender la gastronomía y que convirtió la comida en un elemento extraordinario para influir no solo en la vida de cada uno de nosotros, sino también en la de todo el planeta», asegura Carlo Petrini, fundador de la red.
Miles de activistas, miembros y simpatizantes de la red Slow Food se han comprometido en diciembre en todo el mundo para organizar eventos que celebrarán el 30 aniversario de la firma del Manifiesto de Slow Food, presentado en París en 1989. Los eventos forman parte de la campaña internacional 30 Años del Manifiesto Slow Food: nuestra comida, nuestro planeta y nuestro futuro e involucrarán a todos los nodos activos de la red en 160 países.
Con esta campaña, Slow Food continúa dirigiendo su mirada hacia el futuro, por ello con los fondos recaudados durante todas las iniciativas, la organización financiará parte de su ambicioso programa de trabajo para 2020: embarcar 600 nuevos pasajeros en el Arca del Gusto, crear 30 nuevos Baluartes de Slow Food y 300 nuevos huertos en África y 15 nuevos Mercados de Tierra. A continuación, te contamos algunas de las iniciativas planificadas con las que podrás dar la vuelta al mundo.
En Bouctouche, en la costa atlántica, se aprovechará esta ocasión perfecta para inaugurar el primer Mercado de la Tierra de Canadá, en el que, además de los consumidores, se involucrarán productores y miembros de Slow Food para celebrar la comida buena, limpia y justa. Los Mercados de la Tierra —ya hay 69 en todo el mundo—, son un lugar para ir de compras, así como para reunirse, conocerse y comer en compañía.
La Comunidad Slow Food Saberes ancestrales de Nariño, en Colombia, organizará un verdadero festival gastronómico en el que participarán chefs locales que prepararán platos regionales y nacionales tradicionales que resaltan los colores y sabores del territorio andino.
En Europa, la Comunidad Slow Food de Valmiermuiža, en Letonia propone un evento que invita a los participantes a un momento de formación y debate sobre temas clave: cómo garantizar una alimentación sostenible para las generaciones futuras de modo que el sistema alimentario no comprometa al planeta. Todo, por supuesto, en compañía de los mejores platos de la gastronomía regional.
En el norte de Italia se celebrará una cena especial organizada por el Convivium Slow Food Monza y Brianza que se basará en el menú propuesto para la firma del Manifiesto en París, hace 30 años. Un grupo de jóvenes animará la velada repasando los pasos que ha dado la asociación hasta la fecha.
Cambiamos de continente pero sin dejar a un lado las celebraciones: en Nabeul, Túnez, se dedicará un día a la memoria culinaria del país mediante recetas que pondrán sobre la mesa los platos de los abuelos, unas recetas que las generaciones jóvenes no suelen haber probado. Un evento ideal y simbólico que comienza precisamente con la comida de ayer y defiende las tradiciones gastronómicas para establecer la base de la cocina local del mañana.
El Convivium Slow Food Butembo en el Congo aprovechará la oportunidad para involucrar a las mujeres de la zona y aumentar la conciencia sobre la importancia de mejorar y consumir alimentos locales, luchando contra la invasión de alimentos importados que desafortunadamente invaden los mercados locales.
La Comunidad de Kapuas Hulu en Indonesia llevará a cabo la celebración promoviendo el encuentro entre las generaciones nuevas y las antiguas, colocando en el centro de la fiesta algunos alimentos especialmente significativos, como el aceite de nuez de tengkawang, un Baluarte de Slow Food. Con una consistencia similar a la de la mantequilla, este aceite es de color amarillo, tiene un aroma similar a la nuez y se usa a menudo para dar sabor al arroz, las verduras o la carne. Los lugareños lo usan para cocinar y para tratar las mordeduras de animales. Tradicionalmente también se usaba con fines medicinales o cosméticos.
En Auckland, Nueva Zelanda, el Convivium Slow Food Auckland aprovechará el buen tiempo del verano invitando a todo el mundo a un picnic en un parque urbano de la ciudad para celebrar la comida local y brindar por los próximos 30 años de la asociación. Con este evento, esperan plantar al mismo tiempo las semillas para difundir la filosofía de los huertos urbanos.
Todos los eventos están disponibles en www.30ym.slowfood.com