Las empresas Coca-Cola Brasil, Ambev y PepsiCo Brasil dejarán de vender gaseosas en escuelas con alumnos de hasta 12 años, o cuya mayoría de estudiantes se concentre en ese grupo de edad. Las empresas se comprometieron a vender en esos establecimientos solo agua mineral, jugo naturales, agua de coco y bebidas lácteas que cumplan con los requisitos nutricionales específicos, y con un un enfoque puesto en la hidratación y la nutrición.
La decisión se dio a conocer el pasado miércoles y entrará en vigor a partir de agosto. En un comunicado, las tres empresas declararon que consideran la obesidad “un problema complejo” y reconocen que tienen un importante papel en la solución de ese problema. Según informó la prensa brasileña, “el nuevo portfolio tiene como referencia las directrices de asociaciones internacionales, y podrá incluir nuevos productos que vengan a lanzar las empresas”.
De esta manera, la nueva política se aplicará a comedores que adquieren bebidas directamente de fabricantes y distribuidores. En el caso de aquellos que las compran de otros puntos de venta (supermercados, cadenas mayoristas y bodegas, por ejemplo), se impulsará una campaña de sensibilización junto a los comerciantes mediante la cual todos serán invitados a adherirse a la medida.
De acuerdo con Simone Rocha, quien preside la Asociación de Dietistas del Distrito Federal, la decisión de los fabricantes es positiva y respeta articulaciones nacionales que apuntan a la prohibición de la venta de gaseosas en escuelas públicas y privadas. En algunos estados, como Paraíba (nordeste), una ley local ya prohíbe la venta de gaseosas en esos establecimientos. Además, varios colegios en el país ya adoptan la medida en sus comedores.
Según Rocha, las gaseosas azucaradas son “calorías vacías”, es decir, no contienen nutrientes, aunque sí contienen conservantes, colorantes y otros componentes que no son buenos para la salud. “El consumo diario de refrescos puede conducir a la obesidad, reducir la absorción de calcio y deteriorar la salud ósea”, explicó. Por último, aseguró que si el niño no tiene acceso a estos productos, no los verá como algo común, y los asociará a momentos festivos. Si los tiene a su disposición todos los días, «le parecerá algo natural y los tomará por inofensivos».