Este año será recordado por las situaciones extraordinarias que el mundo atraviesa. Para el vino ha sido un periodo con muchos desafíos, escenarios que se complejizaron y también logros que merecen brindis. Para celebrar los primeros 10 años de la declaración del vino como Bebida Nacional vale repasar las mejores noticias que en 2020 la vitivinicultura argentina supo conseguir.
Argentina fue el primer país vitivinícola del mundo en declarar al vino como su Bebida Nacional. El 24 de noviembre de 2010 se firmó el Decreto presidencial 1800/ 2010 que reconoció al vino como la Bebida Nacional y quedó establecida la fecha en el calendario. Luego, en 2013 este decreto fue ratificado unánimemente en el Congreso a través de la Ley Nacional 26.870.
La ocasión es propicia para repasar cinco logros de un sector que ha sabido organizarse y articular políticas entre los ámbitos privados y públicos y planificar su desarrollo con visión estratégica buscando fortalecer a todos los actores de la cadena de valor.
1. La importancia de tener una ley nacional que respalda a toda la actividad
La vitivinicultura argentina ha dado reiteradas muestras de su capacidad de gestión para aglutinar –aún con disensos- a actores diversos con objetivos comunes, siempre en defensa de un sector complejo, distribuido territorialmente en 15 provincias y con unidades de producción que incluyen desde pequeños y medianos productores primarios hasta grupos de gran escala: una enorme atomización de actores que configuran un entramado productivo e institucional singular. Una primera confirmación es la capacidad de la vitivinicultura de autogestionar un Plan Estratégico que está renovándose ahora con miras al 2030. Y otra, sin dudas, es la visión que tuvo hace diez años para diseñar y gestar junto al sector público una ley sin precedentes que declarara al vino como la Bebida Nacional.
La Ley 26.870 aprobada por unanimidad en el Congreso Nacional establece que el vino es un alimento con raíz cultural e identitaria, embajador nacional en el exterior, fruto de una actividad que es motor de economías regionales y protagonista de procesos de innovación e integración. Estos enunciados fundamentales han permitido a la vitivinicultura diferenciarse positivamente de otras bebidas alcohólicas en situaciones críticas: permitió dejar sin efecto el proyecto de impuesto interno al vino en 2017; le otorgó al vino un estatus diferenciador con el que sorteó ese mismo año la prohibición de publicidad en vía pública que impuso la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; que el vino sea la Bebida Nacional habilitó mejores tratamientos impositivos para optimizar su performance exportadora y diferenció al vino de otras bebidas alcohólicas en los debates y proyectos legislativos de “tolerancia cero” al comprender que la dinámica y los contextos de consumo del vino son también distintos: relacionados fundamentalmente con las comidas, en el ámbito hogareño y familiar y siempre propiciados desde la cultura de la moderación.
2. El mercado interno se recupera
En marzo, la pandemia de Covid-19 encontró al sector en plena cosecha, no obstante empresas y estados pudieron rápidamente adaptarse y generar los protocolos sanitarios para completar esta etapa fundamental del proceso productivo y garantizar el cuidado de los trabajadores. Finalizada la cosecha, y con todas las incertidumbres del caso, bodegas y canales de comercialización comenzaron a advertir una leve pero sostenida curva positiva en las ventas: desde los primeros meses de 2020 los despachos mostraron una recuperación del mercado doméstico. El acumulado de los primeros nueve meses de despachos al mercado interno creció 8,3% según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Con estas cifras, el vino despachado hasta septiembre superó en más de 54 millones de litros al mismo periodo de 2019. El informe de ese mes del INV indicó que, aunque los tintos dominaban las salidas al mercado (+7,4% en volumen), también se observaba un repunte de los blancos que crecieron 14,5% en cantidad de litros y pasaron de despachar 17,7 millones de litros en septiembre de 2019 a entregar al mercado 20,3 millones de litros en el mismo mes de 2020. En el actual contexto económico y sanitario, este crecimiento entusiasma porque consolida la tendencia de recuperación y muestra la respuesta de los consumidores a propuestas de precios accesibles y competitivos y de envases con buena relación de precio-calidad-rendimiento.
3. Crecimiento de las exportaciones
Argentina exportó en los diez primeros meses de 2020, 337,5 millones de litros de vino, lo que implica un crecimiento en volumen del 35,7%, según datos de anticipos relevados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Estas cifras suponen que se exportaron 88,8 millones de litros más con respecto al mismo período del año 2019. De los 337,5 millones de litros de vino exportados, 171,3 millones (51%) corresponden a vinos fraccionados, en los que se observa un crecimiento acumulado interanual del 6,1%; mientras que 166,1 millones (49%) son de vinos a granel, con un aumento del 90,5%.
Se exportaron 216 millones (64%) de litros de vinos varietales, con un crecimiento del 23,4%, además 119,1 millones (35,3%) de litros de vinos sin mención varietal, que marcan un aumento 67,8%.
El crecimiento en volumen de exportaciones marca una mayor presencia del vino argentino en los mercados mundiales y muestra una recuperación en el ranking mundial de países exportadores: Argentina pasó del puesto 11° del al 8°, gracias al trabajo del sector público y privado.
4. Agenda productiva abierta con beneficios concretos
A partir de una agenda abierta de trabajo y el intercambio activo de propuestas entre la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) y el sector público, representado por el Gobierno nacional y sus ministerios, los gobiernos de las provincias vitivinícolas y el apoyo de los municipios, este año se lanzó el Plan Nacional para llegar a los U$S1.000 millones de exportaciones de vinos fraccionados como meta a alcanzar. Bajo este objetivo, se lograron avances concretos como la suba de reintegros a las exportaciones en más del 100% para el vino fraccionado y granel, jugo de uva concentrado o mosto y espumantes. Tomando como base de cálculo todo lo exportado por la vitivinicultura argentina en 2019, la suba de reintegros significa una mejora en los ingresos de U$S36,9 millones.
También se logró por primera vez un cupo específico de $300 millones (el 15% del total) para la vitivinicultura dentro de la línea de financiamiento del BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) para inversión productiva que tiene hasta 7 años de plazo y una tasa máxima del 24% durante los primeros 24 meses, a partir de la bonificación de tasa que aporta el Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP).
La mesa de trabajo sigue abierta entre el sector público y el privado para avanzar en más medidas que impliquen mejoras competitivas para el vino y esfuerzos conjuntos para una mayor promoción.
5. Diversificación y fortalecimiento de mercados
Con datos consolidados aportados por el INV a agosto de 2020, Reino Unido pasó a ser el principal mercado de exportación para el vino argentino fraccionado y a granel. Con un crecimiento interanual del 37,6%, desplazó del podio a Estados Unidos que –con una caída del 10%- pasó a ser el segundo mayor destino de las ventas del vino argentino al mundo. Canadá se ubica tercero con un crecimiento en los envíos a este destino del 10% interanual en agosto de 2020, según último dato consolidado por el INV.
China asciende con fuerza, gracias a un crecimiento del 180% en las exportaciones totales de vinos (fraccionados y a granel), y se ubica como el cuarto mayor destino para Argentina. Y hay crecimientos importantes en países de América Latina claves como Brasil (+28,4%) y México (+39,8%), que se ubican como el 5° y el 6° mayor mercado para el vino argentino, según datos del INV.