El vino se ha convertido en una modalidad cultural de consumo moderado, la cual se ha consolidado por hábitos sociales propios a la identidad de cada país. Su consumo ha evolucionado, el concepto de que era algo exclusivo y costoso quedó atrás, hoy en día es uno de los protagonistas al acompañar varios platos, en Argentina hay un amplio portafolio de la variedad de vinos, para buscar que los comensales lo incluyan en su experiencia gastronómica.

Según el último informe publicado por EAE Business School sobre El sector del vino se evidencia que a raíz de la pandemia varios países de Latinoamérica han venido en constante aumento en la extracción, el consumo, venta y distribución del vino en el mundo.

Argentina es de los pocos mercados en los que desde el 2020 incrementó el volumen de vino vendido, en concreto un 7% superior según Euromonitor International y recogidos en el informe de EAE Business School con un total de 962 millones de litros.

Si bien el cierre del on-trade por la pandemia afectó mucho, se pudo compensar la pérdida con el off-trade. El vino tinto fue el que mejor funcionó, con un aumento del 20%. La predicción de Euromonitor International, que recoge EAE, es que siga creciendo un 4% hasta 2024.

Con la fuerza que ha tomado en los países de Latinoamérica las tendencias han marcado su avance, hoy en día se evidencia que:

  • La innovación será la única forma de llegar a los consumidores jóvenes, ya sea a través del marketing, el e-commerce o nuevos packaging entre otros.
  • La tendencia global muestra una moderación en el consumo de alcohol, lo que dará más alas a los vinos sin alcohol o de bajo contenido alcohólico
  • Los consumidores buscan vinos con historia, lo que en marketing se conoce con storytelling. La autenticidad y la historia detrás del vino tendrán cada vez más importancia en la decisión de compra.

En Argentina aumentó el consumo y producción. Adicionalmente y en términos generales a nivel mundial, el vino natural gana popularidad, así como el orange wine y el vino con menos cantidad de sulfitos. Todas estas opciones el consumidor las asocia a un estilo de vida más saludable.

SOSTENIBILIDAD E IMPACTO SOCIAL

Las nuevas generaciones han hecho que surja la necesidad de crear criterios éticos frente a su origen y proceso de elaboración del producto en la actualidad “Esta tendencia no la vemos solamente en la industria del vino sino también en otras, por lo que se estima que en un futuro seguirá consolidándose”, detalla la docente Gloria Vallés de EAE Business School y autora del informe. 

Algunas prácticas que cita el informe de EAE para una mayor sostenibilidad son la reducción del peso de las botellas, la optimización del uso de recursos naturales, el avance hacia la descarbonización y la apuesta por la viticultura regenerativa o las variedades autóctonas. Un reto para sus productores.