La industria vitivinícola local se enfrenta al desafío de atender, entre otras demandas, a un nuevo segmento de consumidores, impulsado por los jóvenes; el futuro del vino argentino, en la mira de los expertos.
Con gran afluencia de bodegueros, sommeliers, comercializadores, representantes del sector vitivinícola y prensa especializada, se realizó uno de los eventos más esperados por la industria: “El futuro del vino argentino 2023. Entre la incertidumbre y las oportunidades”. El encuentro logró echar luz sobre las tendencias de consumo a nivel local, las oportunidades y escenarios que se abren de cara al desarrollo del comercio local e internacional y las claves para conectar con los consumidores en tiempos de crisis, temas de vital importancia para el futuro del sector.
El evento se llevó a cabo en la provincia de Mendoza, capital del vino argentino, con la organización del Fondo Vitivinícola y la Corporación Vitivinícola y con el patrocinio de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) y de los gobiernos de Mendoza y San Juan.
Organizado en paneles, contó con la participación de Carolina Núñez, gerente de Nuevo Negocios en Kantar Worldpanel; Giorgio Delgrosso, especialista en Estadísticas y Digitalización de la OIV; el experto en relaciones internacionales, sociólogo y docente de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, y el analista estratégico de negocios Guillermo Oliveto como oradores principales.
El consumo de vino en los hogares argentinos
Carolina Núñez, gerente de Nuevos Negocios en Kantar World Panel, presentó los resultados de un estudio de la consultora que tomó como base las compras realizadas en hogares de todo el país en más de 85 categorías, entre las cuales incluyó el rubro de bebidas con y sin alcohol, abarcando todos los canales y poniendo el foco en los hábitos de compra para consumo dentro del hogar.
El informe de Kantar con datos a agosto de 2023, teniendo en cuenta el futuro del vino argentino, destaca que el vino es la segunda bebida con alcohol más masiva, detrás de la cerveza, y que cada hogar compra en promedio 2,5 bebidas con alcohol por mes. Según este estudio, el vino sufre una pérdida de penetración de largo plazo que lo distancia de la cerveza, bebida que logró revertir la caída sufrida post pandemia. Según Carolina Núñez, la situación se ve acentuada por una marcada aceleración del precio del vino versus sus bebidas sustitutas en los dos últimos años. Al respecto, Núñez expresó: “En el último año, la caída del vino se debe tanto a un ajuste de consumo como a una migración de volumen a la cerveza”.
La analista ofreció cuatro claves o desafíos sobre los que deberá trabajar la industria de cara al futuro: incentivar la generación de nuevas ocasiones de consumo, ofrecer productos a precios competitivos respecto de otras bebidas alcohólicas, impulsar la frecuencia de compra en autoservicios e híper y supermercados y hallar nuevos formatos y variedades que conquisten a los consumidores más jóvenes y abiertos a nuevas experiencias, teniendo en cuenta que en Argentina la idea de reducir el consumo de alcohol se encuentra fuertemente instalada, lo mismo que la actitud consciente hacia lo que se ingiere, en referencia a los productos orgánicos.
El humor social y el consumo de vino
En su exposición en El Futuro del Vino Argentino, el analista estratégico de negocios Guillermo Oliveto consideró que el humor social atraviesa uno de los momentos más oscuros de las últimas décadas. Es un periodo de desilusión, tristeza y dolor. “Por eso, la oportunidad está en el hedonismo, en llevar a los consumidores a conectar con la vida, creando productos que estén más cerca de la gente”, aseguró.
Según Oliveto, en mercados como el argentino, donde crece la tensión entre el deseo versus las posibilidades de acceder a los productos, se hace imprescindible apelar al ahorro (con descuentos, combos, segundas marcas, etcétera) y al bienestar (ofreciendo experiencias de placer, tentación y merecimiento con marcas y productos premium); facilitar el acceso al producto con estrategias como downsizing, downgrade del packaging, el refill, los créditos y las cuotas, y maximizar las oportunidades con promos en canales alternativos.
Oliveto puso el acento en las nuevas generaciones, que ingresan al vino creando sus propios códigos. “Para entrar en el sistema encriptado del vino los jóvenes lo endulzan, lo cortan, lo rebajan. En este mundo hay una gran oportunidad para la categoría innovando en empaques que ofrezcan una mejor relación calidad/precio -como puede ser el bag in box o el botellón-, en producto, en diversidad de diseños y presentaciones. Estos son vectores de innovación muy atractivos en los que el sector debe trabajar”, precisó.
Por eso, para ganar nuevas ocasiones de consumo y crecer, Oliveto propuso enfocarse en la innovación para “atender al público joven, que no se siente interpelado por el vino y que está pidiendo otros códigos y otros canales de comercialización”. El vino en lata, el vino dulce, el de baja graduación alcohólica y el de precio alto y medio en botellón tienen grandes chances en este escenario, según el especialista.