La vida es estresante. La pandemia, trabajar desde casa, la educación a distancia de los chicos y pasar horas interminables todos juntos –o en aislamiento- fueron un verdadero desafío incluso para los más tranquilos.
Los hábitos nutricionales también se vieron afectados. Quizás comemos menos nutricionalmente hablando y más para reconfortarnos, calmándonos con alimentos que aportan calorías vacías o comiendo refrigerios poco saludables que tenemos al alcance de la mano en nuestra oficina en casa.
Es posible que esa bolsa grande de papas fritas esté riquísima o nos distraiga por un momento de un mal día, pero comer sin pensar puede provocar aumento de peso y fatiga innecesarios, lentitud y traer otras consecuencias para la salud. Para que la alimentación sea saludable, también necesitamos tener una alimentación consciente. Aquí presentamos cinco consejos para conocer mejor los alimentos que consumimos y así tomar opciones más inteligentes.
Registrar el proceso
Cuando comenzamos un programa de actividad física a menudo nos indican que realicemos el seguimiento de los pasos dados, las millas corridas o los entrenamientos semanales. ¿Por qué? Porque cuando mantenemos un registro de nuestro avance, somos más conscientes tanto de nuestros éxitos cómo de las áreas a mejorar. Mantener un diario de comidas es un ejercicio fascinante y, a menudo, nos confronta con la realidad. Nos recordará las 10 galletitas de agua que comimos después de almorzar o esa segunda porción de puré de papas que nos servimos en la cena. Escribir qué comemos –cuándo y por qué lo hacemos– nos permite concentrarnos en aquellos hábitos que debemos modificar.
Hacer una pausa
A menudo nos encontramos mirando la heladera o la despensa, simplemente buscando algo. Incluso quizás nos preguntemos por qué entramos a la cocina. Antes de tomar algo para comer, tómense un momento y pregúntense «¿y ahora por qué estoy comiendo?». Es muy posible que no estén en la cocina por hambre, sino por aburrimiento, enojo o cansancio. Si se toman el tiempo para preguntárselo, quizás descubran que comer no es la solución. Busquen otras formas de combatir el aburrimiento, el enojo o la fatiga. En lugar de comer, hagan una caminata, llamen a un amigo o preparen una taza de té.
Comer por comer
Llevamos una rutina tan ajetreada que estamos acostumbrados a apurar todo en nuestras vidas, incluidas las comidas. En un mundo lleno de distracciones, a menudo hacemos varias cosas a la vez cuando comemos. Quizás miramos TV, respondemos correos electrónicos o navegamos por internet. Estas distracciones pueden ayudarnos a conectarnos, pero no a ser conscientes de qué o cuánto comemos. Si dedicamos un tiempo a no hacer otra cosa más que comer, solos o en familia, podemos ser más conscientes de cuánto consumimos y disfrutar lo que comemos.
Incluir todos los sentidos
Cuando nos sentamos a comer, es difícil concentrarnos por completo y pensamos en las cosas que debemos hacer después. Dediquen, por lo menos, 20 minutos a concentrarse en la comida prestándoles atención a los alimentos servidos en el plato. Estimulen los sentidos y sean conscientes de los aromas, los sabores, los colores, las texturas y los sonidos de los alimentos. Si comen conscientemente, es probable que valoren más cada bocado y, además, queden satisfechos con menos comida.
Entender la saciedad
Todos alguna vez –en especial durante las fiestas– comimos hasta hincharnos tanto que nos tuvimos que desabrochar los pantalones. Si bien esas ocasiones en que comemos en exceso son muy esporádicas, para muchas personas se convierte en un hábito comer hasta que están bastante llenos, en lugar de comer solo lo suficiente para saciar el hambre. Este proceso puede ser un desafío para aquellos que crecieron obligados a dejar el plato vacío o con miedo a desperdiciar alimentos. Comiencen por servirse menos y tengan en cuenta las recomendaciones de algunos expertos que sugieren dejar, al menos, un bocado en el plato. Coman lenta y conscientemente y registren cómo se sienten cuando comen hasta que ya no tienen hambre, en lugar de comer hasta llenarse.
En la vorágine de nuestro mundo actual puede ser difícil tomarse un tiempo y estar atentos a cómo, cuándo, dónde y por qué comemos, en lugar que considerar las comidas como un punto más en la lista de cosas para hacer. Comer conscientemente nos permite hacer una pausa y pensar qué tipo de alimentos consumimos y en qué cantidad. Ser conscientes de cuándo y por qué comemos un refrigerio y tomarnos un momento para sentarnos a comer sin distracciones nos permite disfrutar la comida, conocer nuestros patrones de alimentación y aprovechar los beneficios de consumir comidas más saludables y nutritivas.
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