En una picada, como parte de una guarnición, en una fondeau, o como sea. El queso es uno de los lácteos más consumidos por los argentinos, pero hay cosas que se ignoran y son fundamentales para disfrutarlos aún más.
Te contamos cuatro puntos que no podés dejar pasar si sos un amante de los quesos. Enterate.
Temperatura: Su composición basada en grasas y sustancias aromáticas hace que la forma ideal para servirlo sea aproximada a la temperatura corporal. Para eso, es necesario dejarlos reposar fuera de la heladera un rato antes de consumirlos. Los quesos más blandos y cremosos, en cambio, es mejor utilizarlos y o consumirlos con temperaturas de 15º para que no tomen otra textura.
Conservación: La forma ideal de conservar el queso es en papel parafinado, para que pueda respirar pero que a la vez no se desgrase ni manche. También puede ser en papel aluminio, que logran que no se deshidrate. El papel film, en cambio, no suele recomendarse puesto que facilita la aparición de hongos en el queso.
Corte: Por la forma en la que vienen presentados, el queso adquiere diversas jerarquías. A pesar de las dificultades, la mejores formas de cortarlo siempre se reducen al simple hecho de que quede plano. Lo ideal es a la mitad y luego en cuartos, para adquirir dos lados planos y, ahí sí, elegir laminarlos o reducirlos a la forma que cada uno desee.
Presentación: En una picada, por ejemplo, el queso suele quedar solo o acompañado por distintos tipos de quesos. Para complementarlo y diferenciarlo del resto de embutidos en una tabla, es ideal acompañarlos con frutos secos: nueces, almendras y castañas de cajú, o puede ser también higos, ciruelas, damascos o pasas, para darle un toque agridulce que enaltecen la calidad del queso.