Latinoamérica despliega a lo largo y a lo ancho de su extensión pintorescos paisajes, músicas originales y sabores inolvidables. La mezcla de culturas de la región se ve reflejada, sobre todo, en la gastronomía. Y aunque todos los platos son únicos y sorprenden por su sabor, algunos rozan lo exótico.
En Bolivia, por ejemplo, se come caldo de cardán, una sopa hecha con el pene del toro y reconocida por sus propiedades afrodisíacas. Entre los bolivianos se la conoce como «el viagra de los andes». Para mejorar su sabor se cocina con pedazos de carne de pollo y res, y se acompaña con papas. En este país andino también es tradición comer los sesos y la lengua de la llama.
En la tierra cafetera, Colombia, se comen las denominadas «hormigas culonas», aunque solo en la región de Santander. También se las considera afrodisíacas.
En Colombia así como también en Ecuador y Perú se come el cuy o conejillo de indias, un tipo de carne muy particular que se ofrece durante celebraciones especiales.
En tanto en el norte, en México, una delicia local son los Gusanos de Maguey, las larvas de una mariposa que crece en las hoja del árbol homónimo, Mague. Se come frito y debido a lo arduo que resulta encontrarlos, su precio es muy elevado.
Para terminar, los países del río de la plata, Argentina y Uruguay solemos consumir los entrañables chinchulines, que no son nada más ni nada menos que el intestino delgado de la vaca, y no faltan nunca en la antesala de un asado.