Los bares ocultos, mejor conocidos como speakeasy, tuvieron lugar en países como Estados Unidos y Canadá entre 1920 y 1935, cuando regía la «ley seca», una medida que impedía la venta y consumo de alcohol. Allí se vendía bebida alcohólica de manera ilegal, sobre todo tragos a base de ron, que era lo que más se contrabandeaba en esa época. Esos años generaron una cultura propia que desde hace algunos años llegó a Buenos Aires, con bares casi secretos, cócteles únicos e históricos e ingreso restringido.
Frank`s Bar, ubicado en Arévalo 1455, en Palermo, es uno de los pioneros en la ciudad. Para ingresar, se disca un número en una cabina de teléfonos (hay que conseguir la contraseña a través de las redes sociales), se cruza una puerta secreta y un callejón interno y recién ahí se llega al bar.
Ubicado en un primer piso que balconea sobre la planta principal y cubre la zona de livings, un espacio reservado para sentarse a beber hasta la madrugada.
Su punto fuerte es la coctelería de alta calidad, aunque cuenta con una carta de comida que contiene, entre otras cosas, sushi.
Entre sus tragos recomendados se encuentra Mandy Collins. La leyenda cuenta que la familia de los Collins nació cuando John Collins decidió mezclar su Ginebra favorita Old Tom, con soda y jugo de limón. La versión de Frank´s lleva Bacardi Superior, almibar de quinotos, mandarina, lima, soda y canela.