Por Candela Sánchez Fourgeaux (@candelasanchezf)

Conocimos la propuesta de Novecento Bellas Artes hace tan sólo unas semanas cuando fuimos invitados con @matsanmillan a su aniversario de un año. 

Novecento es ese típico mega-restó coqueto que tiene por un lado, un salón con una extensa barra y varias mesas para almorzar estilo norteamericano, así como también el bar Yonkos donde dicen que se toman muy ricos tragos junto con una hamburguesa de mucha popularidad -dato que todavía no hemos comprobado-. Además el primer Novecento fue abierto en el Soho, New York y luego se extendieron por varias ciudades it del mundo.

Somos de googlear absolutamente todo y tanto TripAdvisor como distintos foros de clientes exigentes, suelen ser un parámetro a la hora de buscar dónde ir. Encontramos en Novecento Bellas Artes comentarios encontrados: gente que lo ama o lo odia, así que fuimos en un gris al aniversario y nos sorprendimos con un menú fijo muy tentador. De hecho probamos el Risotto con Ossobuco más rico fuera de casa de nuestra historia de salidas foodie.

En Novecento suelen tener muchos eventos con chefs invitados que van a preparar su menú especial y cuando leímos que harían una propuesta para el Bicentenario, decidimos ir.

Llegamos un sábado soleado de mediodía y el restaurant tenía muchos comensales tanto en el salón grande como afuera. Las escalinatas de la Universidad de Derecho junto con la escultura Floralis Genérica, son un paisaje digno para comer o incluso tomar un cafecito. Decidimos almorzar adentro ya que el frío nos intimidó y la pizarra indicaba el menú: sopa de maíz, carbonara y Rogel de postre.

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La moza nos extendió la carta general de Novecento que cuenta con pocas pero tentadoras opciones y el brunch, me pudo. Así que terminé mezclando todo: me pedí unos huevos Benedict Royal para almorzar y el Rogel de postre. A la noche cenaríamos empanadas de carne y vino como para minimizar la culpa de traicionar la carbonara con los huevos benedictinos.

Mati se pidió un Bife de Chorizo a punto, como le gusta a él, de 500 gramos con papas fritas de guarnición junto a una copa de vino. Ya que estaba, acompañé con un Bellini bien italiano los huevos como para coronar la globalización. La verdad es que no me arrepiento: estaban espectaculares. Porción generosa, salsa holandesa perfecta y unas fritas de ensueño para nada pesadas. No suelo comer mucha fritura fuera de casa pero bien valieron la pena y sin necesidad de recurrir a un digestivo. Probé el bife de chorizo y estaba muy, pero muy bien. El Bellini no cumplió las expectativas italianas pero quizá me pasó por haber mezclado tanto.

Como experiencia creo que el brunch merece ser explorado ya que había otras opciones que me tentaron, además de que considero que, teniendo en cuenta la atención del lugar, la ubicación residencial de Recoleta y que se come bien, los huevos estaban a buen precio, $170 la porción, generosa como habrán visto, vale entonces la pena la visita. De postre pedimos el Rogel: Muy bueno. Digno del imaginario de Rogel por Maru Botana pero en versión minimalista, ideal luego de la panzada anterior.

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En definitiva, volvería a Novecento, tanto a cenar el risotto con ossobuco y también a comer nuevamente los huevos u otra opción del brunch. Las ribs con papas fritas son mi próximo objetivo.
Novecento Bellas Artes
Figueroa Alcorta 2270, Recoleta, CABA