Con ofrendas comunitarias, estatuas vivientes de la mujer-calavera, una feria, shows musicales y altares domésticos, el barrio porteño de San Telmo celebrará por primera vez el Día de Muertos tal como hacían los pueblos indígenas latinoamericanos.

El «Día de los Muertos» es una de las tradiciones ancestrales más importantes de los pueblos de toda Latinoamérica, en particular del mexicano cuya celebración de Día de Muertos fue declarada por la Unesco «Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad» en 2003. El «Día de Muertos» o «De las ánimas» es una celebración tradicional precolombina que incorpora elementos hispánicos y se festeja todos los 1 y 2 de noviembre, en coincidencia con las festividades católicas De Todos los Santos y de Todos los Fieles Difuntos.

Este año, Buenos Aires se suma a los festejos. Si bien el cronograma arranca el lunes 30, las actividades centrales tendrán lugar el jueves 2 de noviembre en el Pasaje 5 de Julio -a escasas tres cuadras de la Plaza de Mayo-, a partir de las 18 horas. El programa de actividades se iniciará el lunes 30 a las 18:30 en Caburé Libros, con la presentación de una investigación sobre el culto a los muertos en la cosmovisión andina; proseguirá al día siguiente en el Mercado El Círculo, con el dictado de un taller de altares a partir de las 18.

Para el miércoles a las 19 está prevista la proyección de un documental en el Teatro Luz y Fuerza y entre las 18 y las 23 del siguiente día, tendrá lugar la celebración central, que además de los shows y la feria gastronómica/artesanal, incluirá la presentación de «catrinas vivientes», sesiones de maquillaje artístico y la realización de un taller de «papel picado» para niños.

Con algunas diferencias según los países, la celebración parte de la creencia de que esos días los parientes muertos vuelven a su casa y se reúnen a comer con todos sus familiares. En México, ese retorno es esperado no sólo con una gran mesa preparada entre todos los integrantes de la familia, sino también con altares de homenaje montados en un lugar visible de la casa, en los que no pueden faltar las flores, las velas, el denominado «pan de muerto», las guirnaldas caladas («papel picado») y los pequeños esqueletos.

Un lugar destacado en estas ofrendas se reserva siempre para las fotografías de los ancestros, así como a sus comidas y bebidas favoritas; dado que la tradición indica que la satisfacción de los difuntos es garantía de otro año de buena fortuna. Simultáneamente, los muertos son celebrados en los cementerios con música, comida y bebida al pie de las tumbas, así como con el desfile de «catrinas» o mujeres-calaveras ataviadas con lujosos vestidos de fiesta y una corona de rosas.

En Argentina, el 2 de noviembre fue feriado hasta 1976; pero en provincias del noroeste donde tienen plena vigencia los ritos tradicionales andinos suele decretarse «asueto administrativo» para esa fecha.