Llega a la pantalla grande una comedia cargada de ironía sobre el patriarcado y de chistes internos sobre el feminismo, con extraños momentos existencialistas: Barbie, la película.

Por Werner Pertot

Si alguien me decía hace un año que iba a ver una película de la muñeca Barbie convertida en un ícono feminista, me hubiera muerto de la risa. Pero de alguna manera, el film de Greta Gerwin, lo consiguió: creo una película que tiene detrás a la multinacional Mattel –responsable de haber creado a la muñeca de curvas delgadas imposibles- pero que se burla de las corporaciones, de las masculinidades hegemónicas, habla del lugar de las mujeres en el capitalismo, muestra cuerpos reales (casi todos, menos el de Margot Robbie, a la que muestran hiper-hegemónica solo para luego destruir esa ilusión).

La película es sin dudas un acierto, pero plantea algunas discusiones: ¿Qué las corporaciones se burlen de si mismas es un gesto para que sean más aceptables? ¿La rebelión concluye en ir a comprar la nueva Barbie feminista con pañuelo verde? 

El humor meta

Demos un paso atrás, antes de que me acusen de aliadin. La película de Barbie, una muñeca que ha sido criticada por promover un estándar de delgadez y rubiez, estaba destinada al fracaso si planteaba un mundo color de rosas. El movimiento que hizo Gerwin fue incorporar esas críticas a la película (un personaje literalmente las enuncia), así como todo otro tipo de críticas a Mattel (incluso las de sus problemas con el fisco), en un movimiento catch-all de ironía y de chistes meta. El movimiento que hizo la película se vio ya en los trailers que la aunciaban: “Si odias a Barbie… esta es una película para vos”. En realidad, busca atrapar a quienes odian y a quienes aman a Barbie. Y a quienes la aman-odian. 

Esto hace que la película de Barbie sea altamente autoconsciente de los problemas en torno a la muñeca plástica más conocida del mundo, al tiempo que el elenco muestra diversidad étnica, de cuerpos, de edades.  La historia de base es sencilla: Barbie pierde su perfección al descubrir una mañana que tiene mal aliento y (redoble de tambores) ¡celulitis! Esto la empuja a viajar de Barbieland al mundo real, donde quiere encontrar a la niña que juega con ella. Y ahí es donde va a descubrir las bondades de nuestra sociedad, como el acoso callejero, la cosificación, el techo de cristal, etc.

Los Onvres

barbie, la pelicula

El otro gran acierto de la película es como muestra las masculinidades.  No voy a spoilear acá, pero los varones que la vean quizás se sientan incomodos al reconocerse en ciertas actitudes (el mansplaining por ejemplo, tiene una secuencia genial) que casi la emparentan con la obra de teatro Petróleo. Y aquí va un hurra a Ryan Gosling en su papel de Ken (y por las coreos que le hacen hacer) y a Willy Ferrell en su rol del CEO de Mattel que tiene un amigo judío.  Hay casi una intencionalidad de Gerwin acá en parodiar a los movimientos antifeministas de la derecha de Estados Unidos. 

Incluso hay un chiste sobre el directorio de Mattel, todo compuesto por varones. Ahora la pregunta incómoda: ¿basta con que una corporación enuncie en voz alta una injusticia (la disparidad de género en los puestos gerenciales) para cancelarla? Seguramente, no. Ahora, la película de Gerwin es un paso adelante para que esos problemas sean visibles y estén a la vista de todos, aunque por momentos pega toda la vuelta y corre el riesgo de trivializarlos. 

Barbie y Proust

Con todo esto, no quiero plantear que Barbie sea una película mala. Al contrario, me encantó su enfoque (Gerwin ya nos fascinó con Lady Bird, entre otras películas), me divertí mucho con los chistes –que tienen su momento de esplendor en la primera mitad de la película, sobre todo- y hasta encontré momentos existencialistas a lo Toy Story 3, que giran en torno a qué nos hace humanos, al fin de la infancia. Hasta hay una mención a la magdalena de Proust. También me gustó que encontraran un final que no es el más estereotipado y clásico que uno se pudiera imaginar mientras ve la peli (dije que no iba a spoilear y no lo haré). 

Por último, Barbie podría haber sido una película que se recostara exclusivamente en la nostalgia (lo que no quiere decir que no aparezcan mil vestidos y trajes de las muñecas y muñecos), y no lo hizo. Gerwin buscó crear una reflexión sobre el lugar de las mujeres en la sociedad actual. Para una película que podría haber sido una publicidad de dos horas de Mattel, es un montón.

  • Barbie se puede ver en cines a partir de este jueves 20 de julio