Por Candela Sánchez Fourgeauz (@candelasanchezf)

El sábado conocimos Aldo’s , el restaurant vinoteca que no necesita demasiada presentación, uno de los más puntuados en cualquier foro gastronómico para pasar una velada diferente.

Aldo’s pasa desapercibido, el ritmo que separa San Telmo con Plaza de Mayo genera que todos vayan caminando acelerados, sin tiempo extra para prestar atención en Moreno 372.

Del sommelier Aldo Graziani, también escuchamos varias veces hablar, y el hecho de que esté a cargo de los vinos del restaurant, despierta confianza en la elección. Las botellas se exhiben en el coqueto salón, suavemente iluminado y decorado.

La cocina está a cargo de Maxi Matsumoto, el chef que se formó y se convirtió en mano derecha de Germán Martitegui, y tuvimos el agrado de conocerlo, porque es un encanto, durante la cena del sábado ya que fue él mismo en persona quien nos trajo cada plato a la mesa. La carta no es muy extensa y hay tres variantes: pedir a tu antojo, elegir un menú del mes con entrada, principal y postre más cocktail y vino, y la degustación, más extensa, para saborear lo mejor de Aldo’s.

Maxi nos sugirió probar la degustación y sin ninguna duda, nos sumergimos en la aventura. Sabíamos que cada plato sería distinto, con materias primas con carácter, y comenzamos.

El primer plato fue un foie gras de hígado de gallina con crocantes, algo así como un turrón de foie gras que se derretía en el paladar. El último foie gras que comimos fue nada más que en Avignon, sur de Francia, por lo cual nuestra vara estaba súper alta, y no defraudó.

La siguiente entrada fue langostinos de Comodoro Rivadavia con aceite orgánico de apio y manzanas, porque en Aldo’s se cocina con productos de estación y orgánicos, y ese gran detalle, se nota en cada bocado. Cuando sencillamente la manzana tiene gusto a manzana, cuando un langostino tiene el tamaño que debería tener, y al igual que foie gras, se deshace en tu boca.

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Foie grass

Antes de pasar a los platos principales, probamos las mollejas con champignones y capuchina asada. Juro que nunca había probado la lechuga de esa forma. No soy una fanática de las mollejas, pero admito que estaba deliciosa.

El primer principal fue un pescado blanco con bock choy y hongos shitakes, justo y necesario para continuar con la degustación, porque a continuación probaríamos uno de los platos que más nos conquistaron: polenta cremosa blanca, con espuma de maíz, queso azul, huevo y kale. La textura perfecta de la polenta, el kale le otorga el crocante, y la yema rompiendo, hacen de todo el combo, una experiencia súper recomendable.

La última estrella fue el cabrito confit con puré de laurel y puerro. Magnífico. El cierre estuvo a cargo de un arroz con leche quemado montado en un limón que perfumaba el plato y el ambiente.

Cada elemento que degustamos en los platos fue una travesía única, porque cada componente estuvo muy cuidado, pensado, sabiamente combinado y equilibrado con el resto de los sabores. Además cada paso tuvo su respectivo maridaje, donde probamos vinos de todo el país que por lo general no solemos conseguir en los circuitos convencionales de compra.

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Langostino de Comodor Rivadavia.

En definitiva, Aldo’s cumple con la premisa que tienen que cumplir todos los polos foodies de la ciudad que prometen: ser una experiencia, una exquisita experiencia. Porque la atención, ambientación, vinos, sabores, se complementan, y componen algo que es muy difícil de definir, que es el espíritu Aldo’s. Y además, y no menos importante, queríamos destacar la humildad y corazón de Maxi Matsumoto a cargo a de la cocina. Él nos comentó que lo más importante siempre, es que «los clientes se vayan contentos. Y vuelvan, claro».

Nosotros como vecinos y foodies, prometemos regresar. Aldo’s abre todos los días de 12.00 a 00.00 hs, excepto sábados que comienzan a las 19.00 hs y cierran como los viernes, a la 1.00 am.