El huevo es un alimento bajo en calorías, y una excelente fuente de proteínas. Contiene nutrientes esenciales para la salud, como la vitamina D, vitamina B12, Selenio y Colina. Y sus altos niveles de antioxidantes pueden ayudar a prevenir la degeneración macular relacionada con la edad, causante de la ceguera y otras enfermedades graves oculares. Hasta ahí todo perfecto, aunque sin embargo, existen una serie de mitos negativos sobre su consumo. En la Semana Mundial del Huevo, te contamos tres falsas verdades sobre el consumo del huevo.

«El colesterol del huevo aumenta el colesterol en sangre»

Falso

Hasta hace poco, se recomendaba no consumir muchos huevos por su alto contenido en colesterol para prevenir complicaciones cardiovasculares. La recomendación data de 1973 y fue hecha por la AHA (American Heart Association). Sin embargo, el efecto que el colesterol ingerido a través de los alimentos ejerce sobre los niveles de colesterol en la sangre en personas sanas es mínimo y depende en gran medida de factores individuales como la genética, el peso corporal o los hábitos de vida. Los principales responsables en la dieta del aumento de los niveles de colesterol en sangre son las grasas saturadas y las parcialmente hidrogenadas (también llamados ácidos grasos trans) presentes en carnes grasas, fiambres, embutidos, crema, manteca, margarina y lácteos enteros. También en aquellos subproductos elaborados con estos ingredientes.

«No existe ningún riesgo al consumir huevos crudos»

Falso

La coccción debe superar los 60° en todo el huevo. Una cocción adecuada asegura que el huevo alcance la temperatura suficiente para destruir la salmonella, bacteria que puede estar presente y que es capaz de provocar diarreas, fiebre, complicaciones graves en adultos mayores y síndrome urémico hemolítico en niños.

«Se los debe lavar antes de meterlos en la heladera»

Falso

La cáscara de los huevos es porosa y posee una fina película protectora. Cuando los lavamos, facilitamos el ingreso de posibles microorganismos, donde rápidamente proliferan. Solo en caso de que estuvieran muy sucios, se aconseja limpiarlos con papel descartable antes de colocarlos en la heladera. Si la cáscara está fisurada, se debe evitar su consumo.