¿Alguna vez prestaste atención a la góndola de «productos saludables» del supermercado? Probablemente no porque no existe tal cosa, en cambio, sí hay a disposición una gran cantidad de productos que se jactan de ser «light» o «bajos en grasas». Sin embargo, a la hora de emprender una dieta para perder peso, estos productos no resultan.

¿El motivo? Es sencillo, nuestro cuerpo necesita grasas, proteínas y fibras para funcionar de manera correcta y cuando las empresas gastronómicas eliminan las grasas de sus ingredientes, suelen sustituirla con un ingrediente peor: azúcar.

Si nos remontamos al año 1972, John Yudkin, un reconocido psicólogo y profesor de nutrición, advirtió que el azúcar -no la grasa- consistiía en el  mayor peligro para nuestra salud. Sus investigaciones y descubrimientos fueron plasmados en el libro titulado «Pure, White and Deadly» (Pura, blanca y mortal), que recibió duras críticas y acarreó una fuerte desacreditación por parte de la industria alimenticia.

Sin embargo, y a pesar de las alarmantes advertencias de Yudkin, la que pasó al centro de la discordia fue la grasa y ahora, el problema se da por tener dietas bajas en grasas y con altos niveles azúcar.

Todos los carbohidratos (pan, papas o cereales) se metabolizan y básicamente se convierten en glucosa, la cual circula a través de nuestra sangre y provee energía. El azúcar se descompone de una manera muy veloz y tiene a aumenta el nivel de glucosa en sangre de forma dramática.

Hay muchos alimentos que en su naturaleza contienen azucar, como por ejemplo las frutas y la leche, pero que también poseen otros nutrientes como fibra y proteína. La proteína es la que ayudar a formar músculos fuertes, en tanto la fibra contribuye a una mayor sensación de saciedad y regula la digestión.

Pero vale la pena prestar atención a aquellos productos denominados «saludables», ya que la mayoría no posee ninguno de esos nurientes y es por eso que se los llama «carbohidratos vacíos», que no aportan ningún valor nutricional, no contribuyen a la saciedad y lo que es peor, aumentan la sensación de hambre.

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La mayor parte de las calorías que aporta el azúcar provienen de alimentos procesados. Según estudios realizados por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, dos tercios de las calorías que consume la población americana provienen de azucares agregados a alimentos procesados como barritas de cereal, panes y tortas. El otro tercio le corresponde a gaseosas y otras bebidas azucaradas.

¿Cuál es la solución?

Decenas de nuevos estudios sostienen que las grasas saludables (aquellas que se obtienen del consumo de nueces, pescado o palta) son buenas para la salud, siempre y cuando se consuman con moderación. Por eso, se recomienda incluirlas en la dieta y en cambio prestar atención al consumo de carbohidratos procesados u otros productos con altos contenidos de azúcar.

Algunas claves para empezar son: incluir un gran porcentaje de vegetales en todos los platos, o en palabras del famoso periodista Michael Pollan: «Comé comida, no demasiada, y en su mayoría plantas».

A la hora del «snackeo», las nueces o almendras son grandes aliadas. Estos frutos son altos en proteínas y ayudan a regular los niveles de azúcar en sangre, los cuales si descienden de manera abrupta, pueden causar fuertes cambios de humor y ser peligrosos, especialmente para aquellas personas que padecen diabetes. Las nueces son, además, una importante fuente de fibra, un nutriente clave que contribuye a una buena digestión y a sentirnos satisfechos.

Dejar alimentos con azúcar agregado o carbohidratos refinados (arroz blanco, snacks dulces, pan blanco). En cambio, mejor consumir granos integrales. Se recomienda incorporar pescados grasosos en la dieta, así como paltas, que a pesar de ser altas en grasas y calorías, no posen azúcar y son ricas en fibra.