«El desayuno es la comida más importante del día«. Una frase que hemos escuchado cientos de veces y, al parecer, es correcta. Un buen desayuno mejora nuestro estado nutricional al proveernos de las cantidades de energía necesarias para comenzar el día. Además ayuda a realizar ingestas más altas de la mayor cantidad de los nutrientes que nuestro organismo necesita.

Saltearse el desayuno provocará decaimiento, falta de concentración y mal humor causados por la falta de glucosa, nuestra principal fuente de energía. No nos olvidemos que apenas nos levantamos, nuestro cuerpo lleva entre 8 y 10 horas sin recibir ningún tipo de alimento.

Estudios científicos aseguran que un buen desayuno debe brindar entre el 20% y el 25% de las calorías necesarias durante el día. Sin embargo, es fundamental que sea equilibrado, es decir, que incluya los nutrientes necesarios para un óptimo rendimiento físico e intelectual durante la mañana.

La presidenta de la Asociación Argentina de Dietista y Nutrición, la licenciada en Nutrición Viviana Corteggiano, elaboró un listado con los alimentos que no pueden faltar en un desayuno ideal.

Los panificados y cereales están primeros en la lista, preferentemente integrales. Estos alimentos son la fuente de carbohidratos por excelencia y nos aportan energía, vitaminas y minerales. Además, los productos integrales nos brindan una buena cantidad de fibras, que facilitan el funcionamiento intestinal y favorece los niveles de colesterol en sangre.

Otro grupo de alimentos que no puede faltar en el desayuno ideal son los lácteos. El yogur, la leche y el queso – descremados, en lo posible – aportan proteíanas, calcio y vitaminas A, D y B12, ideales para la salud de los huesos y dientes en todas las etapas de la vida.

Las frutas tampoco deberían ausentarse en el desayuno ya que le brindan al cuerpo carbohidratos, agua, vitaminas, minerales y fibra. Por eso una buena ensalada de frutas o jugo pueden ser una gran incorporación.

Finalmente, los frutos secos como nueces y semillas nos proporcionarán una fuente de Omega 3, proteínas y fibras, mejorando la digestión. Además, nos darán la sensación de saciedad y ayudarán a controlar el hambre.

No olvidemos que un buen desayuno nos generará saciedad hasta la próxima comida y evitaremos la trampa del «picar» alimentos con alto contenido graso y de azúcares.